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  • 15 agosto, 2022

Palabras de Marcela Pérez Silva en homenaje a los Comandantes Fidel y Tomás


Palabras Marcela Pérez Silva
HOMENAJE A FIDEL Y TOMÁS

A treinta años de “Un grano de Maíz”

Auditorio de Construcción Civil

Lima, 13 de agosto, 2022

Buenas tardes con todas y con todos. Les traigo el abrazo de nuestro Pueblo Presidente y del Buen Gobierno de Nicaragua, y agradezco que hoy nos acompañen a celebrar a Tomás y a Fidel, en el conversatorio que hemos organizado al cumplirse los 30 años de la presentación de este libro entrañable.

“Un grano de maíz” recoge las conversaciones que, a lo largo de tres días, mantuvieron el comandante en jefe de la Revolución cubana y el comandante de la Revolución sandinista, experiencia en la que tuve el enorme privilegio de participar como testigo presencial.

La aventura de “Un grano de maíz” comenzó en febrero de 1992. Tomás había sido invitado como jurado del Premio Casa de las Américas, así que llegamos a La Habana, con nuestra hija Camila, que entonces daba sus primeros pasos en andador.

Quisiera señalar el contexto en el que esto ocurre. Hacía apenas dos años, el 9 de noviembre de 1989, había caído el muro de Berlín. Esas navidades, entre diciembre del 89 y enero del 90, los yankis invaden Panamá, bombardean la ciudad y matan a seis mil panameños. En febrero de 1990 el FSLN pierde las elecciones en Nicaragua. Y apenas dos meses antes de nuestra llegada a La Habana, en las navidades de 1991, se desploma la Unión Soviética.

Hay mucha confusión entre los compañeros. El mundo conocido parece derrumbarse ante de nuestros ojos. Francis Fukuyama sostiene que hemos llegado al fin de la historia, mientras EEUU, más arrogante que nunca, se yergue como el hegemón del mundo, imponiendo el neoliberalismo y el pensamiento único.

En Cuba esto significó no sólo quedarse sin sus más importantes aliados estratégicos sino ver arreciar los ataques del imperio y endurecerse el bloqueo hasta la perversidad. Los cubanos se ven obligados a hacer grandes restricciones en sus programas sociales y a pasar al periodo especial en tiempo de paz, cuidando que nadie quede desamparado.

Terminados los debates literarios en Varadero, nos llevan a la clausura del evento en el Palacio de la Revolución. Ahí, para sorpresa nuestra, nos recibe Fidel. Entre poetas y escritores, Tomás le solicita que le conceda una entrevista periodística. El comandante en jefe acepta y fija la fecha, para dentro dos meses.

De vuelta en Managua, Tomás reúne a un grupo de compañeros: Aldo Díaz-Lacayo, historiador nicaragüense; Víctor Rodríguez-Núñez, poeta cubano; Miguel Bonasso, escritor y periodista argentino; Margarita Suzán, cineasta mexicana; Enrique Gaucher, editor uruguayo, y Judith Ruiz Meléndez, su asistente de toda la vida, y juntos empiezan a trabajar en la preproducción de la entrevista. Discuten los temas a tratar y entre todos van delineando las preguntas. Por supuesto, como siempre, en el fragor de la entrevista, Tomás improvisará sobre el esquema elaborado en colectivo y pulido por él hasta el más mínimo detalle.

Volvemos a Cuba los primeros días de abril. El 16, Camila cumple un año y Fidel llega a la casa de protocolo donde estamos alojados y nos acompaña a partir la torta y cantarle el cumpleaños feliz.

Dos días depués, entre el 18 y el 20 de abril, tiene lugar la anhelada entrevista. Antes de las sesiones, Fidel nos invita a que lo acompañemos en sus distintas actividades. El primer día nos toca ir con él a la cosecha de papas. Nos sorprende encontrar, entre los agricultores, a varios ministros, cosechando tomates y berenjenas. Al día siguiente nos llevará a conocer el flamante Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, su flor en el ojal, que no sólo ha salvado a Cuba con sus interferones y sus gamaglobulinas, con su estreptoquinasa y su PPG, con sus vacunas antimeningocóxicas, contra la hepatitis viral tipo B, y sus cinco candidatos vacunales anticovid-19, sino que ha contribuido a salvar vidas alrededor del mundo.

Los horarios de Fidel son impresionantes. A la una de la mañana lo acompañamos a una reunión con los delegados latinoamericanos de la solidaridad. Luego subimos a su oficina. Tengo grabada en la memoria la Plaza de la Revolución, vista desde allá arriba, y el monumento a José Martí, resplandeciendo en medio de la noche.

Estas son algunas de las notas que tomé entonces y que Tomás incluyó en el primer capítulo del libro:

La Habana desfila hermosa al pie de la ventana de Fidel. De la ventana hacia fuera se ve toda la ciudad, hacia dentro, se ve Cuba entera. Es domingo y son las dos de la mañana.

(…)

Fidel está de pie, tiene estrellas y laureles en los hombros sobre los que suelen venir a posarse las palomas. Los comandantes se sientan frente a frente. Parecen sacerdotes a punto de oficiar. Inaugurales, las palabras de Tomás instauran otro tiempo. Pregunta, propone, provoca. Desata recuerdos y mareas y tempestades. Fidel responde con voz de trueno y sus palabras convocan lo por él nombrado, haciéndolo aparecer entre nosotros. Han llegado desde todos los rincones, los victoriosos constructores de la utopía: traen antorchas encendidas y niños de la mano. Un caballo blanco atraviesa el salón con su crines al viento. Mientras Fidel se desplaza majestuoso por el espacio, con su cuerpo de montaña, rememorando las batallas ganadas y las por librar[1].

A lo largo de los siguientes días, los comandantes abordarán todos los temas. Hablarán de la democracia, del neoliberalismo, de las fake news (que todavía no se llamaban así, pero causaban el mismo daño), del proceso de rectificación en Cuba, de la lucha de los pueblos en América Latina y el mundo, de las aficiones de Fidel y sus gustos literarios.

El tema que está en el aire, luego del descalabro del llamado “socialismo real” es la pregunta por el socialismo verdadero, aquel sin adjetivos, el que está por construirse, al que alude desde el principio Tomás:

El socialismo, en última instancia, es la creación del hombre nuevo, del ciudadano del siglo XXI: que tenga horror a los lugares comunes y a la arrogancia, que entienda a la libertad como algo inherente a la revolución, que sea enemigo del esquema y amante de la herejía, crítico y soñador.[2]

Y sostiene que

Cuba representa una especie de peñón, hasta hoy invulnerable, de las ideas y las prácticas revolucionarias. Se desplomó el socialismo en la URSS pero ha sobrevivido en Cuba[3].

Lo cual es corroborado por la apreciación de Fidel:

Coincido contigo, Tomás, en el hecho de que la supervivencia de la Revolución cubana es ya de por sí un acontecimiento (…) “Resistan, luchen”, nos dicen, con esperanza, personas de todas partes del mundo. Estamos defendiendo principios: la Revolución, la soberanía, la independencia del país, en un momento de apoteosis del poder militar y político del imperialismo. (…) Somos un símbolo de esos principios, ante un mundo lleno de hambrientos, de explotados, de gente sufriendo[4]

Una y otra vez, los comandantes reflexionarán sobre pasajes de la historia, sobre la posteridad.

  • ¿Qué se siente -aguijonea Tomás- cuando se tiene asegurada la inmortalidad?[5]

A lo que Fidel responde:

Pienso que un revolucionario no puede pensar en la gloria. Un luchador debe darlo todo por el triunfo de una idea y no preocuparse por sí mismo (…) Que las ideas prevalezcan, que la obra prevalezca eso es lo que importa (…) Prefiero mil veces pensar en el lugar que les corresponderá a las causas que estamos defendiendo: a los derechos del hombre, a la felicidad del hombre en el mundo del futuro (…) Una de las frases más bellas que en mi vida leí de Martí, decía: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”[6].

Sobre el fin de la URSS, sentencia Fidel:

La Unión Soviética se autodestruyó (…) El socialismo no muere de muerte natural: se produjo un suicidio[7].

A propósito de la desideologización y el neoliberalismo, Tomás plantea:

Se pretende que lo desideologicemos todo. (…) Es decir que lo ideologicemos en sentido inverso. Nos invitan a la ceremonia de la aceptación[8].

A lo que apunta Fidel:

Estamos viviendo en un mundo más ideologizado que nunca (…) donde se busca imponer la ideología del capitalismo y hacer desaparecer del mapa político toda ideología que no coincida con esa. (…) Intentan no sólo perpetuar el actual orden económico, sino hacerlo todavía más cruel, más injusto y ordenar el mundo a la medida de los intereses de EEUU y los países capitalistas desarrollados. El neoliberalismo es la ideología del imperialismo en sus fase de hegemonía mundial. (…) La vida se encargará de demostrar que esto es insoportable y echar por tierra el prestigio actual de esas ideas. (…) Se trata de una enorme bomba de tiempo[9].

A propósito de la palabra democracia, que significa literalmente “poder popular” o “fuerza del pueblo” Tomás señala la paradoja de que “en vez de erizarle los pelos a banqueros y generales”, sea tomada por estos “como instrumento quirúrgico” para ejercer su dominio.

Y pregunta:

– Fidel: ¿qué es para usted la democracia?

– Mira, Tomás, la democracia, como ya la definió Lincoln, es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. La democracia, para mí, significa que los gobiernos estén íntimamente vinculados al pueblo, que emerjan del pueblo, tengan el apoyo del pueblo, y se consagren a luchar por el pueblo y los intereses del pueblo. Para mí la democracia implica la defensa de todos los derechos de los ciudadanos: el derecho a la independencia, el derecho a la libertad, el derecho a la dignidad nacional, el derecho al honor. Para mí la democracia significa la fraternidad entre los hombres, la igualdad de oportunidades para todos, para cada ser humano que nazca, para cada inteligencia que exista. (…)

Para que exista una verdadera democracia tiene que desaparecer la explotación del hombre por el hombre. Mientras exista una enorme desigualdad entre los hombres no hay ni puede haber democracia[10].

Sin duda, uno de los momentos más emocionantes de la entrevista, ya de por sí superemocionante, fue cuando Fidel nos habló sobre los derechos humanos:

Tengo la más íntima convicción, Tomás, de que en ningún país del mundo se ha hecho más por los derechos humanos que lo que se ha hecho en Cuba. Si tú tienes en cuenta que en nuestro país no se encuentra un solo niño mendigo, un niño sin hogar, un niño abandonado por las calles, y en el resto del mundo hay millones de niños pidiendo limosnas, tragando fuego, haciendo espectáculos para ganarse la vida, ¿habrá un país que haya hecho más por los derechos humanos que lo que hemos hecho nosotros?

Si tú analizas la cantidad de niños enfermos sin asistencia médica, de niños analfabetos -incluso en los países capitalistas desarrollados-, y que en nuestro país no hay analfabetos, no hay un solo niño sin escuela, sin asistencia médica, ¿habrá hecho un país más que nosotros por los derechos humanos?

Si tú analizas que en el mundo se venden los niños; incluso se han creado empresas de exportación de niños, los venden para utilizar sus órganos vitales en trasplantes o para la prostitución infantil, tan generalizada en el Tercer Mundo, y no encuentras en Cuba un solo caso de esos, ¿habrá un país que haya hecho más por los derechos humanos que nosotros?

Si te encuentras que la mortalidad infantil en muchos países es de 100 por cada mil niños nacidos vivos, que el promedio en América Latina es superior a 60 y te encuentras que nuestro país ha reducido la mortalidad infantil a 10.7 en menores de un año, ¿habrá un país que haya hecho más por los derechos humanos que lo que ha hecho Cuba?

Si tú piensas que en Cuba se le ha dado a cada ser humano que nace una real y absoluta igualdad de oportunidades para su pleno desarrollo físico e intelectual, sin discriminación de sexo o de raza, ¿habrá hecho algún país más que nosotros por los derechos humanos?[11]

Las reuniones se prolongaban hasta que veíamos despuntar del sol. A ratos hacíamos una breve pausa para estirar las piernas. En una de esas pausas me pregunta Tomás:

– ¿Cómo está saliendo todo?


– Genial – le digo-. Excelente.


– Me está faltando algo? Qué más le pregunto?


Y yo le digo:


– Pregúntele por la situación de los homosexuales en Cuba.

Ambos sabíamos que aquel era un flanco por el que venía siendo atacada la Revolución, pero nadie se había atrevido a abordarlo directamente.

Respondió Fidel, una vez más con voz de trueno, haciendo añicos las calumnias:

Soy absolutamente opuesto a toda forma de discriminación, represión o menosprecio con relación a los homosexuales. Eso es lo que pienso[12].

Regresamos a Nicaragua cargados de cassettes. Diez cassettes de 60 minutos ¡Diez horas de grabación! que tuvimos que transcribir en veinticuatro horas porque dos días después llegaba a Managua Pedro Álvarez Tabío para ponerse manos a la obra, y cinco días después ¡ya teníamos el primer borrador del libro!

Fue así que un día como hoy, 13 de agosto de hace treinta años, celebrando el cumpleaños de Tomás y de Fidel, presentamos el libro en la sede Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Y desde entonces lleva recorrido un gran trecho. Cuenta con innumerables ediciones (muchas de ellas piratas) y traducciones en todos los idiomas (yo lo tengo en inglés, italiano y lengua tamil de la India pero ha sido traducido al ruso, al ucraniano, al griego, al árabe, al chino y al japonés). Con el tiempo, han salido verisiones en PDF y hoy en la Embajada hemos sacado una versión online.

Ese 13 de agosto por la noche, vino Fidel a festejar con nosotros. Estaba contento y nos llenó de elogios. A mí me dijo: “Después de leer el texto que escribiste, mi despacho me parece mucho más bonito”.

A Tomás le dedicó el primer ejemplar:

Para Tomás, el poeta, el orador, el escritor, el hermano.

¡Que sus ideas brillantes y valientes prevalezcan!

Luego me escribió una dedicatoria que nunca le he enseñado a nadie, pero que hoy, a treinta años de esa noche, me permitiré leerles porque, más que de mí, habla de él y de su faceta juguetona, de su capacidad de ternura. Dice así:

Para Marcela, de la que no podemos decir que es la esposa de Tomás, sino que Tomás es su esposo, al que, por supuesto, envidiamos todos.

Juntos constituyen un infinito, tan natural y bello como el mundo maravilloso de las estrellas.

Que Camila sea lo que debe ser el fruto de tan ejemplar unión.

Un cuñado de cada uno de ellos, porque soy hermano de ambos.

Fidel Castro

Agosto 13, 1992

Viva Fidel!

Viva Tomás!!

Y que este “Grano de maíz” siga circulando, de mano en mano, de corazón en corazón, llevando en sus entrañas toda la gloria del mundo.


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