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  • 6 noviembre, 2021

Presidente Biden: Vea usted, a través de la Nota Knox, lo que Nicaragua ha sufrido…


Señor Joe Biden

Presidente de los Estados Unidos de América

Estimado Presidente,

Somos un país beisbolero y demócrata. Y aunque nuestra economía es tan pequeña que no podría adquirir la franquicia de los Yanquis de Nueva York, no por eso los parques de pelotas dejarán de ser los segundos templos de Nicaragua.    

Gracias a Dios, la Democracia no es franquicia de nadie y de ninguna nación. Y no hay Ligas Mayores de la Democracia, por superpotencia que sea, ni Ligas Menores.

La Democracia no la adquirimos porque es un bien de la Humanidad. No se compra. No tiene precio. Y ni siquiera hay un solo modelo. De haberlo, ya no sería Democracia, sino la peligrosa y asfixiante extensión de un pensamiento único por el mundo, verbigracia, el fascismo.

Por lo tanto, no se impone.

La Democracia es como el hombre y la mujer, que con diferentes idiomas, tonalidades de piel, banderas, culturas, cosmogonías y tradiciones, siguen siendo seres humanos.

No hay una Democracia de ojos azules, blanca y protestante. Ni Democracia de ojos marrones, latina, negra y católica. No hay Democracia de sangre azul. No hay una Democracia superior, como no ha existido una raza inferior.

La Democracia es como el Mambo: Universal.

Creemos en la Democracia y, por consiguiente, en la magnífica autoridad del Voto.

Y como Nicaragua quiere la paz, por eso, vota. La guerra no es una opción. Nuestra Patria no ha hostilizado ni se ha inmiscuido en los asuntos internos de ninguna nación, y ni una triquitraca o petardo ha lanzado contra los Estados Unidos de América. Mucho menos que sea plataforma de alguna potencia para invadir a terceros países.

Hemos querido las mejores relaciones con su nación. Con todo, la Historia nos demuestra que otros intereses oscuros han bloqueado e impedido una clara y fluida agenda de cooperación y amistad. Agenda conforme al mandato de consenso, de las Naciones Unidas, establecido con la RESOLUCIÓN 2625 (XXV) de la Asamblea General de Naciones Unidas, el 24 de octubre de 1970.

Y es que los mandamientos de Dios y las leyes de los hombres, como el Derecho Internacional, no proveen legitimidad alguna a la subordinación ciega e ignominiosa de un Estado ante otro Estado.

Dios, al hablar en la Biblia sobre la organización de los vivientes de la Tierra, enumera pueblo, naciones, tribus y lenguas. No menciona patios traseros.

Luego, no es bíblico, no es cristiano, no es de Dios, dejar de ser Nación. Lo contrario sería un acto diabólico.

Los desgarradores capítulos de nuestra Historia con la Unión Americana comienzan con el estribillo de no pocos de sus predecesores, desde el siglo XIX, que, paradójicamente –bajo diversos pretextos– se resumen en la “defensa del pueblo de Nicaragua” o la “causa de la libertad”.

Sería simplista suponer que el Presidente Daniel Ortega y el Frente Sandinista son los responsables de dañar los vínculos con Washington, para atizar una confrontación, como lo propaga la mega industria mediática, empeñada en desaparecer de la faz de la Tierra el VIII Mandamiento.

Empezar a entendernos como naciones civilizadas es imperativo del siglo XXI, para los hombres y mujeres de buena voluntad. Hay que hacer a un lado el anacrónico catálogo discursero de la Guerra Fría, con la que se embalan injustificables agresiones. ¿Es que, acaso, dos siglos no fueron ya suficientes?

Somos una República Soberana, no un tema electoral cada cinco años, para inclinar a un lado u otro, las urnas. Si los lobbies influyentes y el Complejo Militar Industrial, al final del día, son los que detentan el poder, sin necesidad de medirse con transparencia en las elecciones, ¿qué pasó con la Democracia?

La fuente de derecho de este insuperable sistema es el pueblo. El recordado Abraham Lincoln expuso, meridianamente, que una Democracia en su correcta plomada es: “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.

El Presidente Dwight Eisenhower, en un emotivo discurso a la Unión Americana, advirtió:

“Debemos prevenir la adquisición de influencia injustificada, solicitada o no solicitada del complejo militar–industrial. El potencial del aumento catastrófico de poder injustificado existe y persistirá. Jamás debemos dejar que esta combinación ponga en peligro nuestras libertades ni democracia” (7 de enero de 1961). 

Más claro no pudo ser.

Por ahora, Señor Presidente, vea usted mismo a través de la Nota Knox, el Aleph de lo que hemos vivido.

Es un registro de eventos, no un punto de vista. Son hechos, no una opinión. Son evidencias, no manipulación. Son certezas, no engaños. Son datos, no parte de un manual ideológico en contra de los Estados Unidos de América.

Tampoco es retórica antiimperialista. Es Historia. La Historia que no debió pasar ni debe continuar.

Shalom a los Estados Unidos de América.

Que el Poderoso de Israel lo bendiga, en el nombre de Jesús.

Edwin Sánchez

El Aleph de la Nota Knox

“El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación a Yahveh”.

Proverbios 17:15

Es el Voto de la nación,

el Veto Davídico Absoluto

al goliático ALEPH de la Nota Knox,

desde donde vemos

al presidente William H. Taft,

en “defensa del pueblo”,

derrocar al Presidente José Santos Zelaya,

en 1909.

Vemos,

sin agotar

su intolerable Universo,

al primer presidente de Estados Unidos

“preocupado”

por “defender al pueblo”: Franklin Pierce.

Vemos

su reconocimiento como “homólogo”

de Nicaragua, al “presidente” invasor

William Walker,

el 20 de mayo de 1856.

Vemos,

bajo la Administración Pierce,

a Charles Henningsen,

impartiendo a los filibusteros caitudos

de todas las épocas,

su Lección Magistral del Verdadero Patriotismo

del Futuro: “Here was Granada”,

el domingo 14 de diciembre de 1856.

Vemos

el rechazo, condena

y desprestigio

del Canal Interoceánico de Nicaragua.

Vemos

al presidente Theodore Roosevelt, 

en “defensa del pueblo”,

financiar,

y con generosa logística,

la ambición genética

del poder por el poder a como sea,

de un Chamorro más,

de nombre Emiliano

y de prosapia vendepatria,

en su intento de derrocar, en 1907,

al presidente constitucional, General Zelaya,

por la “democrática” vía manu militari. 

Vemos

al presidente Taft,

en “defensa del pueblo”,

ordenar la invasión del viernes 4

de octubre de 1912.

Vemos

al General Benjamín Zeledón,

del tamaño de un Padre Fundador

de la Unión Americana,

enfrentarse a los marines e inmolarse

por la Liberación Nacional.

Vemos

al presidente Calvin Coolidge,

en “defensa del pueblo”,

lanzar la masiva ocupación militar de fines de 1926,

que el General Augusto César Sandino

puso fin el domingo 1 de enero de 1933.

Vemos,

a las 2:35 de la tarde

del sábado 16 de julio de 1927,

cinco aviones de combateAirco DH.4, 

USMC, desatar en Ocotal

el primer bombardeo aéreo

en la historia de los hombres para acabar

con Sandino.

¡El más puro patriota

de nuestra memoria colectiva, atacado

en su tierra natal,

junto al Ejército Defensor

de la Soberanía Nacional!

Más no pudieron.

¡Al General de Las Américas,

jamás vencieron!

Un sabio en armas

Sandino

en las montañas de las arduas Victorias.

Firme, sereno e incólume como un pino

de luz incesante en Las Segovias,

plantado por Dios mismo

en la Cumbre de la Historia,

con su Magno destino:

Nicaragua, Ahora

y Septiembre: Himno,

Aurora,

Símbolo.

Andar Indohispano…

Vemos

a Bárcenas Meneses- Esguerra,

con sus cuchillos afilados

por la intervención del presidente Calvin Coolidge,

en “defensa del pueblo”,

cortar de un solo tajo

el Archipiélago de San Andrés

a la codiciada Geografía de Nicaragua,

el sábado 24 de marzo de 1928.

Vemos

la orden de asesinar

al Invicto General Sandino,

en la umbrosa noche

del miércoles 21 de febrero de 1934;

vemos

en esa letal medianoche

el premio a la mano de obra de la intervención:

instalar la mayor dictadura, militar

y sangrienta, del continente americano,

ungida por el presidente Franklin D. Roosevelt,

en “defensa del pueblo”,

y ratificada en 1939 con sus inolvidables palabras,

dedicadas a Anastasio Somoza:

“He may be a son of a bitch,

 but he’s our son of a bitch”.

Vemos

la masacre dominical del 4 de abril de 1954

en los cafetales de Carazo;

vemos

otra vez a la Guardia Nacional

de Somoza, masacrar

a los estudiantes el jueves 23 de julio de 1959;

vemos

lo que ya es una nefanda tradición:

otra masacre dominical, el 22 de enero de 1967.

Vemos

al presidente Richard M. Nixon,

en “defensa del pueblo”,

ofrecer su espaldarazo total

al monótono derramador de sangre,

Anastasio Somoza,

y a su cómplice (o complacida) oligarquía,

cuyo régimen de muerte

violenta los Derechos Humanos

de los entonces 2 millones 334 mil 285

sobrevivientes de Nicaragua,

resumidos en una pálida desesperanza

de vida de 52 años: el país de los tristes,

en las estadísticas

del Banco Mundial, 1969.

Vemos,

50 años después, al presidente Donald Trump,

en “defensa del pueblo”,

pasar a la segunda fase de la ola sangrienta

y destructiva de 2018,

perpetrada por sus manifestantes

“pacíficamente”

blindados con armas de guerra.

Aún inspirado en su “profeta” Gene Sharp,

el 27 de noviembre de 2019

declara a Nicaragua

una “amenaza inusual y extraordinaria

para la Seguridad Nacional

y la política exterior de EE.UU.”

Nada le valió que el Gobierno Sandinista

salvaguardara, en ese año,

los Derechos Humanos

de 6 millones 545 mil 503 vivientes,

comprobado con la prolongación

de 22 años más de superiores calendarios

que durante el dilatado somocismo.

¡Una esperanza de vida de 74 años!

La mano bendita de Dios

datada por el Banco Mundial en 2019,

y una población

tres veces mayor

que la damnificada por el latrocinio

liberoconservador,

y sin el megapoderoso patrocinio

que sostuvo y mantuvo,

hasta donde pudo, a la robusta tiranía,

a lo largo de 45 años, en saludo

a la “causa de la libertad”.

Vemos

el sufrimiento de Nicaragua

en la carne, la sangre y el alma

de Doris Tijerino en 1969-1970-1973…

Vemos

los innumerables siglos despiadados

contra la Patria, precipitarse

sobre una sola mujer en 1974:

Amada Pineda de Aráuz.

Vemos

ciudades mártires, bajo el fuego

de aviones push and pull y helicópteros,

por el que dejó de ser el último “son of a…”,

Anastasio Somoza, en 1979…

Vemos

el bloqueo económico ilegal,

puertos minados,

el escándalo “Irán-Contra”

 y un lúgubre etcétera de evitables desgracias

en los 80, que sumaron el Holocausto

de unos 50 mil muertos,

confesados alegremente por Ronald Reagan

con una antigua sonrisa de película B

(de Barata),

y su inocultable ternura de plomo a Nicaragua,

estampada en la camiseta

de alto presupuesto:

“I´am Contra”.

Y todo, por supuesto,

en “defensa del pueblo”.

Vemos,

como profetizó Pablo de Tarso,

y comprobó Rubén Darío de Metapa:

“En la iglesia el diablo se esconde”.

Vemos

su monstruosa cauda escarlata

en los desertores

de la humanidad que prepararon

y ejecutaron el hórrido asalto

armado al poder; golpe

fallido, pero bendecido

por algunas arrogantes mitras sin corazón

en 2018. La más “iluminada”

de todas llegó a glorificar

los Tranques de Exterminio

(omitirlo sería una falta

gravísima al V y VIII Mandamientos),

donde ocurrieron abominables crímenes

no vistos en Nicaragua

ni en sus peores días:

las brutales torturas a Bismark Martínez

y su muerte atroz en Jinotepe;

el cuerpo profanado e incinerado,

en las calles de Managua,

de Francisco Aráuz Pineda,

(hijo de la heroica Amada Pineda de Aráuz).

Vemos,

arder y morir calcinado al oficial de la Ley,

el jovencito Gabriel de Jesús Vado,

en medio de la Inquisición

atizada en Masaya por un oficiante

de la siniestra Legión de las Estolas Menores.

Vemos

lo que tampoco quiso ver la OEA-CIDH:

cegar vidas innecesariamente;

linchamiento

de trabajadores municipales,

incendios

de radioemisoras con periodistas

y personal administrativo en sus estudios ,

además de edificios públicos

con empleados en su interior;

destrucción de bienes de la nación,

secuestro violento de ciudades enteras,

terrorismo, sitio con fusiles y francotiradores

a estaciones de Policía, y asesinatos,

más la meticulosa planificación

del hundimiento económico.

Vemos que la Lección Magistral de Charles Henningsen,

impartida hace casi 162 años

a los filibusteros caitudos

de todas las épocas

–para someter al pueblo a punta de terror–,

no fue en vano, como reportó Efe el 6 de junio de 2018:

“La turística y colonial

ciudad de Granada,  amaneció hoy

en ruinas por múltiples saqueos

e incendios a comercios y edificios propiedad

del partido gobernante (FSLN),

además de un sentimiento de miedo

entre sus habitantes”.

Vemos la traducción oficial del presidente Trump

de esta complotada barbarie fascista:

“El pueblo de Nicaragua se levantó pacíficamente

para pedir un cambio”.

Vemos cuán cierto es lo que el poeta profeta de la Lira Celeste

ya nos advierte en 1907:

“En alguna parte está listo

el palacio del Anticristo”.

Vemosla Nota Act,

que es la Nota Knox que no reverdece

ni va a Renacer,

porque es la misma

que pretende deshacer

el derecho elemental de un país a ser país.

Vemos lo más abyecto de la miseria humana:

invertebrados subalternos…,

sirvientes y mandaderos nativos,

que no representan ni a la cuadra donde viven,

entrenados para consumar sus avideces

a costa de las lágrimas, el tormento y el luto

del pueblo. Vemos a los artífices de destrucción

que desesperadamente se disputan

el vil “honor” de ser condecorados con la Orden de la Tercera

Generación Oficial

“He may be a son of a bitch…”

en su máximo grado:

“They may be sons of a bitch,

but they are our sons of a bitch”.

Vemos

la única “sagrada” Constitución Política

que reconocen:

la Nota Knox Forever,

(que no es ningún falsificado ALEPH borgeano)

en cuya esencia está urdir

el laborioso olvido

que desde el siglo XIX

todo lo perdido, arrasado y padecido,

no es la misma Nota Knox de 1909.

Y quienes se nieguen a ser sometidos

a cargar lo que no deben,

el “féretro de un mundo pasado” (el verso

es de Lord Byron), porque la Historia mueven

para siempre, igual que a Sandino

deben ser denigrados, atacados,

y… Es tiempo de caminar

en los Estatutos de la Vida,

ordena el Señor Yahveh.

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