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  • 11 diciembre, 2019

Primer Congreso Internacional de Comunicación


Por: Moisés Absalón Pastora.

El mundo actual es ágil e inmediato en cuanto a su abundante información. El mundo actual es una vía permanente de comunicación y mucho de lo que sucede en sus parcelas identifiquémoslas como países tiene que ver con el nutriente que trasladamos a cada habitante del planeta para conferirle razón y dominio en sus conclusiones.

La correa de transmisión para hacer posible que la información fluya somos de manera específica y científica los periodistas, que, haciendo uso de las avanzadas herramientas tecnológicas, tratamos de explicar desde esquemas especializados los acontecimientos que convertimos en noticias y todo eso se engloba en un solo término, “comunicación” o sea lo que representa el proceso de transmisión e intercambio de mensajes entre un emisor y un receptor y ahora con la modernidad desde múltiples plataformas que no conocen ni fronteras ni distancias.
Para comunicarnos necesitamos de un medio porque el reportaje de la noticia, la difusión del comentario, los análisis de los acontecimientos específicos requieren, de estructuras como la radio, el periódico físico, la televisión o la internet como espacio digital, lo que por supuesto demanda de la manipulación humana y es ahí donde una serie de observaciones surgen para analizar el rumbo que hemos impuesto a una comunicación que desde el dominio interesado del poder, obliga, a los que somos avasallados por él, a tomar decisiones en defensa de nuestras naciones, que podrán ser pequeñas, pero rebeldes ante los colonizadores de los nuevos tiempos.

En el mundo actual los medios de comunicación son protagonistas políticos y económicos cruciales de las democracias contemporáneas, cuando éstas no obedecen al interés del enemigo común de la humanidad, el imperio norteamericano que financia millonariamente a sus sirvientes para que tengan la fuerza y la capacidad de influir en el poder de los gobiernos, de los jueces y legisladores, en el poder de la política y claro en el poder de decisión de los ciudadanos.
Esos medios de comunicación, que claramente tienen una connotación política pro imperial y que por tal son una amenaza para los gobiernos progresistas, dejaron de ser interlocutores de la democracia, si alguna vez lo fueron, para pasar a jugar la batalla del poder destituir y destruir.

Cada uno de estos medios se quedaron sin la distinción de encarnar la libertad de expresión y muchos de ellos se convirtieron en militantes del capitalismo salvaje y de sectores reducidos que quieren arrebatar el poder legítimamente constituido solo para enriquecerse más y para lograrlo hoy tejen burdos golpes de estado que han conducido a países que antes eran prósperos o en vías de alcanzarlo en sociedades empobrecidas y envenenadas por el odio.

El poder de esos medios ya no es la verdad ni la credibilidad, eso ya no cuenta, sino que les es más determinante la representación de los intereses corporativos y eso lo vemos claramente cuando el poder de concentración de esos medios de comunicación son más que los conglomerados empresariales a los que pertenecen porque al final son sus lavadoras de imagen.

Por eso, más que informar, hacen lobby para sus propios negocios; más que ejercer activamente la libertad de prensa, defienden el absolutismo empresarial y desde ahí promueven clubes políticos que alimentados desde afuera, por Estados Unidos, se lanzan contra las democracias progresistas que tienen sus propios ingredientes y afectan a los ricos, a los grandes capitales, porque promueven una distribución más equitativa de la riqueza para que los pueblos tengan verdaderos beneficios sociales y no las migajas o sobras que “concede” el capitalismo salvaje.

Los que tenemos una visión progresista o los mismos que somos identificados como de izquierda, también dominamos medios de comunicación, pero nuestra escala de valores es muy estricta porque no mentimos, porque somos francos, porque hablamos de frente. En ese sentido somos totalmente diferentes a la derecha mediática que se convierte en factor de ataque contra los gobiernos populares a los que trata de derribar creando condiciones para golpes de estado fraguados desde monumentales mentiras usando para ello un manual escrito desde Washington.

Ante esta realidad, derivado del Foro de Sao Pablo, se realizó del 2 al 4 de diciembre pasado, bajo el lema “Ahora hablan los pueblos” el Primer Congreso Internacional de Comunicación en Caracas, Venezuela, donde nos dimos cita más de 150 representantes internacionales de 45 países y nos juntamos 1300 comunicadores para concluir en la creación de la Universidad Internacional de las Comunicaciones qué por decreto del anfitrión, el Presidente Nicolás Maduro Moro, es ya una realidad.

La Universidad Internacional de las Comunicaciones es en realidad una plataforma creada para poner en su verdadera dimensión el tema de las comunicaciones porque ya no es un asunto de emitir y recibir información, sino que el poderoso interés de Washington por devorar a naciones como las nuestras en América Latina, la que suponen como su patio trasero, las manipula ahora, utilizando marionetas que se prestan a ello, para convertirlas en un campo de batalla del que no podemos sustraernos y en consecuencia nos impone prepararnos para luchar con las herramientas de la modernidad y defender lo que realmente es justo.

La Universidad Internacional de las Comunicaciones es un paso en serio para una lucha seria. Es una inmensa plataforma donde orbita el más exigente de los conocimientos como arma intelectual para enfrentar mediáticamente a la mentira y que ya es un detente contra el poder mediático de la derecha que solo está bien en la medida que sea receptor de los millonarios financiamientos que recibe del imperio sin que tengan la más mínima consideración por aquellos pueblos a los que han arrebatado hasta las esperanzas.

La estrategia imperial desde el poder mediático de la derecha que han creado como si se tratara de Frankenstein, a base de tucos de cadáveres, es hacer de pueblos donde habita la riqueza, como el nuestro o como los del sur, a niños que no saben ni lo que les pasa ni lo que les hacen y que si se resisten entonces los exterminan y de ahí que hablemos de una lucha seria contra un fascismo que naturalmente no tiene escrúpulos y que mata al que tenga que matar y destruye lo que tenga que destruir porque su ímpetu de dominación es la misma conquista que llegó con hombres vestidos de sotana cargando cruces para crucificarnos.

La Universidad Internacional de las Comunicaciones será un punto de encuentro entre las naciones que no solo son agredidas, sino que son torturadas y saqueadas. Son naciones a las que no solo quieren reducir y quebrar moralmente, sino que además quieren conducirlas a negar lo que son, a desdecir su historia para que no tengan capacidad de respuesta frente a su verdugo, los Estados Unidos y los lacayos nacionales con los que cuentan en cada país que creen les pertenece.

La Universidad Internacional de las Comunicaciones, que ya es una realidad, continuará afinando sus mecanismos de constitución, cuando en febrero del próximo año, Nicaragua sea la sede de su segundo encuentro pues es una decisión tomada para combatir la mentira mediática de una derecha que no pudo aprovechar su momento, aquel, donde por no saber administrar sus propias falacias, se fueron de boca y creyendo haber logrado sus propósitos se estrellaron contra la verdad de nuestros medios que sin más recursos que su franqueza y su mística pudimos aplacar la violencia desbocada que aquí nos originó muertes y grandes pérdidas económicas.

Todos esos medios al servicio del Tío Sam y del gran capital se convirtieron en voceros de sus amos y dejaron de ser los voceros de los ciudadanos. Su poder está en que militan y operan para la hegemonía política que les conviene; operan sobre la opinión pública blindados con el cuento de la libertad de expresión para hacer libertinaje y atacando a la vez a otros modos de hacer política, inventando grietas, polarizaciones y creando crisis con las que después fingen estar asustados y eso lo vamos a contrarrestar desde la sabiduría científica que ponga en nuestras manos la Universidad Internacional de las Comunicaciones.

En lo personal saludo esta decisión de crear la Universidad Internacional de las Comunicaciones porque estamos en medio de una guerra que ya no tiene olor a pólvora, sino que es cibernética, su campo de acción es más inmediato e invasivo y ya probó de lo que es capaz y somos nosotros los que queremos un mundo realmente mejor los que debemos establecer la diferencia.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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