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  • 15 agosto, 2022

Reflexiones sobre las diferencias observadas desde mi última visita a Nicaragua


Por Marilyn Carlisle

[Marilyn Carlisle ha sido educadora, principalmente en educación infantil temprana, desde 1978, cuando regresó de vivir nueve años en América del Sur. Buscó una manera en Baltimore de ayudar a las personas en Argentina que sufrían durante el terrorismo patrocinado por el estado entre 1976 y 1983. Lo más parecido que encontró fue América Central, que se transformó simple, y felizmente en Nicaragua.]

Después de haber tenido conversaciones mensuales durante muchos años con nuestro Comité de Amistad Casa Baltimore-Limay, nuestra ciudad “hermana”, me enteré de que se habían completado muchas carreteras. Sabía del orgullo en las expresiones de la gente cuando los puentes importantes sobre esas carreteras también estaban terminados. Reducir nuestro tiempo de viaje fue sin duda una ventaja, llevándonos a Limay al final de la tarde sin salir de Managua demasiado temprano y con tiempo para almorzar en Estelí.

Marilyn Carlisle visita a Tranquilino Garmendia, quien desde 1985 ha sido líder en el Comité y la Junta de Contrapartes de Casa Baltimore Limay. Es ex delegado de la Palabra en la tradición de la teología de la liberación. Tres de sus hijos fueron secuestrados y asesinados por la Contra durante la década de 1980.

Pudimos renovar el contacto con personas con las que hemos trabajado durante 37 años, y que ya no son jóvenes, por supuesto. Si bien eso fue muy gratificante, no era el objetivo de nuestra delegación de dos personas. El sistema de salud mejorado, incluyendo más servicios en el hospital local, la educación gratuita, incluidos los almuerzos escolares y la relativa facilidad con que las personas necesitadas pueden obtener préstamos o subvenciones han marcado una diferencia en la vida de la gente en los pequeños pueblos en los alrededores de Limay.

La guardería, fielmente apoyada por los donantes de Baltimore, pero que ahora funciona en gran medida con el apoyo del gobierno, fue otro punto culminante.

Todas las calles de Limay ahora están pavimentadas, eliminando nuestras experiencias mojadas y lodosas de caminar de aquí para allá en visitas anteriores. También noté que sólo una o dos veces en una semana alguien preguntaba si les podíamos dar algo de dinero; nuestra apariencia seguramente nos hizo destacar como visitantes de otro lugar, pero no tuvimos las mismas experiencias en este sentido como en el pasado.

Leonardo Silva, médico veterinario y agrónomo, lidera los proyectos de agroecología de Casa Baltimore Limay. Estos incluyen jardines de patio familiares y aves de corral, árboles frutales, apicultura, mejora y conservación del suelo, hornos de bajo consumo, así como pozos y almacenamiento de agua. (Todas las fotos de Barbara Larcom)

A pesar de lo gratificante que fue mi experiencia en San Juan de Limay, estoy muy agradecida por la oportunidad que tuvimos de reunirnos con Ministros del Gobierno en Managua. Aprendimos las formas en que el gobierno durante los últimos 15 años ha podido mejorar la salud, la educación, la infraestructura y la economía. El Ministro de Hacienda destacó que el Banco Centroamericano de Integración Económica, establecido por la Alianza para el Progreso hace unos 60 años, está satisfecho de que Nicaragua tiene una tasa de cumplimiento de 95 a 97% para sus proyectos, por lo que el Banco está dispuesto a continuar otorgando préstamos para muchos proyectos nuevos. De hecho, el Banco Mundial, el FMI, Moody’s y Standard and Poor’s reconocen las mejoras en la economía de Nicaragua desde 2007 cuando los sandinistas regresaron al gobierno.

El PIB aumentó de US$6.500 millones en 2006 a US$14.000 millones en 2021, con crecimiento esperado de al menos 3,5% en 2022. Nicaragua es 90% autosuficiente en alimentos y entre otros, exporta frijol y carne vacuna, además de producir la cantidad de maíz y otros alimentos básicos que la población consume. Todavía está importando arroz, pero la importación ha bajado de 4,5 millones de quintales (peso 100) en 2006 a 1 millón en la actualidad. Las exportaciones han aumentado cada año, al igual que el gasto público. El turismo ha sido muy importante para la economía, pero por supuesto disminuyó después del fallido intento de golpe de Estado de 2018 y durante la pandemia del COVID-19.

La Ministra de Salud nos explicó sobre la mortalidad infantil y materna, la primera bajó de 29/1000 en 2006 a 12,5/1000 en 2021 y la segunda se redujo de aproximadamente 93/100,000 en 2006 a 31,6/100,000 ahora. El 93% de la población ha recibido una dosis de la vacuna contra el COVID-19 y el 87 % está completamente vacunada (a partir de los dos años). Bajo las administraciones Liberales de 1990 a 2006, las familias pagaban alrededor del 50% de los costos de atención médica. Ahora, no pagan nada, a menos que elijan hospitales privados.

Hay muchos otros datos y estadísticas para compartir, pero siempre he disfrutado visitar el país más seguro de América Central y el séptimo más seguro de América Latina.

No se puede negar el optimismo y la alegría que encontramos entre la gente.


Having had monthly conversations over many years with our Casa Baltimore-Limay friendship committee in Limay – our “sister” city – I had learned that many highways had been completed. I knew the pride in people’s expressions as the important bridges on those highways were also finished. Reducing our travel time was certainly an advantage, getting us to Limay in late afternoon without leaving Managua terribly early and with time for lunch in Estelí.

Marilyn Carlisle visits with Tranquilino Garmendia, who since 1985 has been a leader in Casa Baltimore Limay’s counterpart committee and board.  He is a former Delegate of the Word in the theology of liberation tradition.  Three of his sons were kidnapped and killed by the Contra during the 1980s.

We were able to renew acquaintances with folks we’ve worked with for 37 years—and who are not young anymore, of course. While that was very rewarding, it was not the goal of our delegation of two people. The improved health system, including more services at the local hospital, the free education including school lunches, and the relative ease with which people in need can get loans or grants have all made a difference in the lives of the people in the small villages surrounding Limay.

The day care center, faithfully supported by Baltimore donors, but now functioning largely with government support, was another high point.

All the streets of Limay are now paved, eliminating our wet and muddy experiences of walking from here to there in previous visits. I also noticed that only once or twice in a week did someone ask if we would give them some money; our appearance surely made us stand out as visitors from another place, but we did not have the experiences we’ve had in the past in this regard.

Leonardo Silva, veterinarian and agronomist, provides the leadership for Casa Baltimore Limay’s agroecology projects.  These include family patio gardens and poultry, fruit trees, beekeeping, soil improvement and conservation, energy-efficient ovens, and wells and water storage.  (All photos by Barbara Larcom)

As rich as my experience was in San Juan de Limay, I am most grateful for the opportunity we had to meet with cabinet-level government ministers in Managua.  We learned the ways in which the government in the past 15 years has been able to improve health, education, infrastructure, and the economy.  From the Finance Minister we learned that the Central American Bank for Economic Integration, established by the Alliance for Progress some 60 years ago, is pleased with the fact that Nicaragua has a project completion rate of 95-97% for its projects; therefore, the Bank is willing to continue extending loans for many new projects. In fact, the World Bank, IMF, Moody’s and Standard and Poor’s all recognize the improvements in the economy since 2007 when the Sandinistas were returned to the government.

The GDP rose from US$6.5 billion in 2006 to US$14 billion in 2021, with at least a 3.5% increase expected in 2022. Nicaragua is 90% self-sufficient in food, exporting beans and beef, and producing the amount of corn and other basic foods the population eats. It is still importing rice, but importation is down from 4.5 million quintales (100-weight) in 2006 to 1 million today. Exports have increased each year, as has public spending. Tourism has been very important to the economy, but of course it diminished after the failed coup attempt of 2018 and during COVID.

The Health Minister instructed us about infant and maternal mortality, the former down from 29/1000 in 2006 to 12.5/1000 in 2021, and the latter down from about 93/100,000 in 2006 to 31.6/100,000 now. Ninety-three percent of the population has received one dose of COVID vaccine and 87% are fully vaccinated (two-year-olds and older). Under Liberal administrations from 1990 to 2006, families paid about 50% of their health care costs. Now, unless they choose private hospitals, they pay nothing.

There are many more facts and statistics to be shared, but I have always enjoyed visiting the safest country in Central America and the 7th safest in Latin America.

The optimism and joy we encountered among the people cannot be denied.

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