Rubén Darío Universal – BCIE inauguración 16 marzo 2022
Por: Francisco Javier Bautista Lara
Más allá del nombre: ¿quién es Rubén Darío?
Comentario en la inauguración del nuevo edificio del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), Managua, 16.3.2022.
1.Un comentario previo:
En la primavera del emblemático año 1900, en el bar Kalisaya de París, el nicaragüense más universal de Centroamérica, Rubén Darío, conoció al poeta, escritor y dramaturgo irlandés Oscar Wilde, trece años mayor que él, y autor, entre otros, del “Retrato de Dorian Grey” y de “La importancia de llamarse Ernesto”.
Darío sintió compasión al encontrarlo y conversar; lo percibió como “un gran poeta desgraciado”, agobiado por la pobreza y amenazado por el olvido. Entonces, en esta ocasión, me viene a la memoria una frase de Wilde: “cuando los banqueros se juntan hablan de arte. Cuando los artistas se juntan, hablan de dinero”.
Aunque esta es una particular institución para la integración y el desarrollo regional, y el Presidente de Nicaragua Cmdte. Daniel Ortega dijo ayer: “un banco para la vida, un banco para la paz”, debemos reconocer que el BCIE es un “banco”. Sería un asunto que Darío no entendería y, para aconsejar sobre programas financieros nunca entraría en este edificio, pero, considerando lo que dijo Wilde, creo que alguna puerta abierta por sus servicios literarios podría tener para solventar sus desajustadas y volátiles finanzas… Por eso aquí está El bardo eterno. Rubén Darío, poeta universal de Centroamérica (Lea Grupo Editorial, 2021), hablaremos hoy de él, de su nombre, de su fama y del mito inmortal que el tiempo engrandece y el olvido no apaga. Él diría hoy: “Gracias. Muchas gracias”.
2. Rubén Darío es héroe desde la adversidad porque desde la periferia emprendió con éxito.
Identificó un propósito y camino con persistencia para alcanzarlo.
Es héroe: venció e impuso una revolución literaria, superó la exclusión, la descalificación, el egoísmo, la crítica despiadada, las contradicciones de su época, el racismo, el eurocentrismo, la rigidez académica y sus propias fragilidades humanas, …
No es un poeta místico, pero tiene poesía mística, de gran fuerza espiritual, como:
Spes (que es Esperanza): “Jesús, incomparable perdonador de injurias, …/… que al morir hallaré la luz de un nuevo día / y que entonces oiré mi «¡Levántate y anda!»”
La Cartuja: “Sentir la unción de la divina mano, / ver florecer de eterna luz mi anhelo, / y oír como un Pitágoras cristiano / la música teológica del cielo.”
No es escritor político, pero tiene textos de intensa fuerza política y ejemplar rebeldía.
En la Oda a Roosevelt: “Eres los Estados Unidos, / eres el futuro invasor / de la América ingenua que tiene sangre indígena, / que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.”
No es lo social el énfasis de su literatura, pero tiene obras de gran sensibilidad social.
“¡Al trabajo!” (1886): A las manos de hombres y mujeres que hicieron posible este imponente y moderno edificio:
“¡Oh, vosotros obreros / de hacha y espuerta, de cincel y pluma! / ¡Oh, vosotros, audaces marineros / que bogáis arrullados por la espuma! / Vosotros, los que abrís el surco y luego / la semilla sembráis y echáis el riego; / los que labráis la piedra, y así el duro / roble y el cedro añoso; los que de laja alzáis soberbio muro / o palacio fastuoso; los que arrancáis el oro de la entraña / de la fecunda tierra; / los que hacéis que resuene en la montaña / el ruido rechinante de la sierra”.
No es un escritor ecológico, pero tiene escritos de claro compromiso medioambiental, le canta a la naturaleza:
Tarde de trópico: “Es la tarde gris y triste. / Viste el mar de terciopelo / y el cielo profundo viste / de duelo. /Del abismo se levanta / la queja amarga y sonora / La onda, cuando el viento canta, / llora, / Los violines de la bruma / saludan al sol que muere. / Salmodia la blanca espuma: / ¡Miserere!”
No es un poeta del erotismo, pero escribe poemas eróticos de sutil belleza.
Florentina (1893): “Sobre el diván dejé la mandolina. / Y fui a besar la boca purpurina, / la boca de mi hermosa florentina. / Y es ella dulce, y roza y muerde y besa; / y es una boca roja, rosa, fresa; / y Amor no ha visto boca como ésa. …/… Su risa es risa de una lira loca: / en el teclado de sus dientes toca / Amor la sinfonía de su boca. /Y ese cáliz hallé de mieles lleno, / y el placer y el mal puso en mi seno, /y en él bebí la sangre y el veneno.”
Sin ser maestro, ni bachiller, ni haber cursado la universidad, una multitud de su tiempo y del precedente lo reconocen como maestro: Heliodoro Valle, Froilán Turcios, Juan Ramón Molina, Ricardo Miró, Pedro Balmaceda, Vargas Vila, Amado Nervo, Juan Ramón Jiménez, …
No es periodista, sin embargo, publicó un millar de crónicas.
En La Nación, Buenos Aires, en el Diario La Unión y Diario del Salvador en El Salvador, el Diario de la Tarde y el Diario de Centro-América en Guatemala, Nuevo Tiempo y El Cronista en Honduras, El Diario Nicaragüense y El Comercio en Nicaragua, La Prensa Libre y La República en Costa Rica, y La Estrella de Panamá y El Cronista en Panamá…
No es diplomático.
Sin embargo, fue cónsul de Colombia, Paraguay y Nicaragua, Ministro de Nicaragua en España, parte de la delegación de Nicaragua en negociación limítrofe con Honduras, en la III Conferencia Panamericana de Río de Janeiro, en la conmemoración del IV centenario del Descubrimiento en Madrid…
Rubén Darío es:
Un pacifista militante, un unionista convencido, un creyente cristiano en incansable búsqueda y agobiado por la duda, un prolífico propagador de la esperanza, Canto de Vida y Esperanza: “La tierra está preñada de dolor tan profundo / que el soñador, imperial meditabundo, / sufre con las angustias del corazón del mundo.”
Hombre de inalterable fidelidad al origen, a la patria, a Centroamérica, a Hispanoamérica.
Escribió A Nicaragua: “Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño, / la caja de armonía que guarda mi tesoro, / la peaña de diamantes del ídolo que adoro / y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño”.
Fue solidario y desprendido, sensible y sensitivo, amante del amor, de la belleza y de la vida.
Darío es universal, es un clásico de la literatura. Es diverso y cosmopolita, abarca un universo de contenidos y formas, su huella trasciende su tiempo, origen territorial e idioma: venció el siglo, traspasó fronteras, superó barreras idiomáticas. Es poeta y prosista, escribió abundante poesía, cuentos, novelas, crónicas y prólogos.
Es un romántico, es modernista: desde lo cotidiano y perecedero, desde su frágil naturaleza humana va a lo extraordinario y trascendente, evade el instante para ser perenne.
En Tierras solares (1904), reconoció: “El movimiento de libertad que me tocó iniciar en América, se propagó hasta España y tanto aquí como allí, el triunfo está logrado”. Más adelante, en 1913, al referirse a Azul…: “el que iniciara un movimiento mental que había de tener tantas triunfales consecuencias” (Historia de mis libros).
En Dilucidaciones de El canto errante, aseveró: “Como hombre he vivido en lo cotidiano; como poeta, no he claudicado nunca, pues siempre he tendido a la eternidad”.
Es un cisne negro: suceso imprevisto, imposible de pronosticar, que surge repentinamente y causa gran impacto: “…Y un Cisne negro dijo: – “La noche anuncia el día”. / Y uno blanco: “¡La aurora es inmortal, la aurora es inmortal!” / ¡Oh tierras de sol y de armonía, aún guarda la Esperanza la caja de Pandora!”. (Cantos de Vida y Esperanza. Los cisnes y otros poemas, 1905)
Es emprendedor de éxito, observemos el recorrido de su vida y aprendamos cómo lo hizo:
Definió una visión y un propósito temprano, asumió confianza en sí mismo, no se desanimó por las críticas, descalificaciones ni amenazas, continuó y fue persistente.
Aprendió a escuchar y siguió escuchando siempre
Aprendió a observar y fue un observador acucioso
Aprendió a leer y fue un lector constante
Fue autodidacta, organizó su propio aprendizaje.
Su gran escuela inicial fue: la tertulia de León, de Managua, de San Salvador… para continuar con las de Valparaíso, Buenos Aires, Madrid, París, Barcelona…
Fue curioso y nunca apagó su curiosidad: por eso leía, viajaba, observaba, escuchaba…
Esta es la pedagogía rubendariana que nos deja como parte de su legado.
Su empresa o emprendimiento no fue económico sino creativo e innovador cultural y literario, fue capaz de formular, difundir e imponer con éxito su pensamiento y arte.
Como Darío, que las adversidades, amenazas, descalificaciones y obstáculos no impidan que avancemos en nuestro propósito transformador, creativo y duradero.
Redescubramos a Rubén Darío… nuestro compatriota indispensable.