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  • 31 octubre, 2022

Testigo de la Revolución Sandinista


 Por Aidrean O. Gallchobhair

Tenía ganas de ir a Nicaragua desde finales de 2019, después de visitar Cuba. En 2020 esperaba ir, pero llegó la pandemia. Entonces, mis planes fueron descartados ese año. Cuando se levantaron las restricciones en 2021, pensé que 2022 sería mi oportunidad de visitar Nicaragua.

A fines de mayo de 2022, puse en marcha mis planes y me comuniqué con un compañero para organizar el viaje. Por lo que leí, lo que vi y con quién hablé, estaba seguro de que Nicaragua era de hecho una nación revolucionaria, progresista que desafiaba al imperialismo, el capitalismo y la desigualdad. Sin embargo, hubo algunas personas en Irlanda que hablaban de historias de supuesta represión, corrupción y violencia. Entonces, me preguntaba ¿hay algo de verdad en esto? ¿Ha reaccionado de forma exagerada el gobierno ante algunos hechos que habían sucedido? ¿Eran paranoicos/irracionales acerca de la intervención estadounidense?

Aunque indudablemente soy simpatizante de la revolución sandinista por los logros que leí y la lucha histórica contra el imperialismo, vine a Nicaragua con la mente abierta. Pensé era importante dejar que las personas hablaran por sí mismas y escuchar sus experiencias.

Lo que presencié

En mi primer día completo en Managua en julio de este año, caminé por el barrio donde se encuentra la Casa Ben Linder: se veían banderas del FSLN, farolas pintadas de rojo y negro por todas partes. Esta zona es claramente un barrio de clase trabajadora. También pude ver por todas partes carros y jeeps con banderas del FSLN. Los buses tenían la bandera de Nicaragua y la bandera del FSLN en sus ventanas o en los costados. Esto se pudo ver en todas partes de la ciudad de Managua.

Visité un programa de vivienda popular que lleva el nombre de Bismarck Martínez; un sandinista que fue asesinado en 2018 por una pandilla de golpistas. Las viviendas tienen lo básico, pero aseguraba que las personas tuvieran un mejor nivel de vida. Estas casas cuestan US$25 al mes durante 25 años. Se construirán clínicas de salud, parques, escuelas, una terminal de autobuses y otras instalaciones en esta comunidad. Asimismo, las calles serán pavimentadas. Esa noche asistí a un festival local organizado por un Comité de Base del FSLN en celebración del 43 aniversario de la revolución. Miles de personas asistieron, muchas con camisetas del FSLN. Una clara demostración de apoyo popular a la revolución sandinista.

Al día siguiente fuimos a Granada y en el camino, nos encontramos con una caravana de motos en apoyo a los sandinistas que pasaba por un pueblo. La policía guiaba la caravana y era claro que había una relación sólida entre la gente y la policía. Esto no se ve en Estados Unidos, Canadá o Europa y la única otra vez que vi una fuerza policial con una sólida relación con la comunidad fue en Cuba. En Granada hicimos un paseo en barco por el lago. Esa noche asistimos a un pequeño intercambio en una casa donde se reunieron miembros de la delegación y activistas solidarios que viven en Nicaragua. Hablé con un compañero irlandés que ha vivido en Nicaragua durante más de 20 años. Conversamos sobre sus experiencias y mencionó que nunca había sido político hasta que vio los cambios dramáticos en Nicaragua. Recuerda el período neoliberal (1990 a 2006) cuando el país era un desastre y se privatizaron muchos servicios, incluida la atención médica. Me dijo que después de ese período neoliberal es que se volvió político y partidario del sandinismo, al ver a la gente salir de la pobreza, obteniendo servicios de mejor calidad y una vida mejor con el gobierno sandinista.

Otra persona me contó que el personal de salud se incrementó en 60%. En Donegal, Irlanda donde vivo, veo escasez de personal y servicios en deterioro, por lo que este hecho realmente me dejó asombrado. Una mujer estadounidense que se solidarizó con una comunidad desde la década de 1990 nos cuenta que visitó Nicaragua varias veces durante el período neoliberal. Vio niños hambrientos, gente luchando, los caminos eran de tierra, no había hospitales ni escuelas en la comunidad. La última vez que estuvo en Nicaragua quedó asombrada por el desarrollo de las carreteras, los centros de salud, las escuelas y ausencia de hambre en los rostros de los niños. Todos los niños en Nicaragua ahora reciben comida caliente gratis en las escuelas. Muchos nicaragüenses y delegados destacaron los grandes cambios alcanzados en estos últimos 15 años de revolución.

Black Alliance for Peace organizó un evento destacando la necesidad de que Estados Unidos deje de interferir en los gobiernos soberanos de América Latina, particularmente Nicaragua, Cuba y Venezuela. Esto fue inspirador ya que demuestra la solidaridad entre los movimientos de liberación negra en Estados Unidos y Nicaragua. Un periodista y excombatiente de la guerra de la contra hizo una actualización de la situación política en Nicaragua y cómo la revolución sigue avanzando a pesar de los esfuerzos del imperialismo por detenerla. Pregunté sobe el proceso de reconciliación que llevó a tantos excontras a ser ahora votantes sólidos del FSLN. La respuesta fue la reforma agraria y los programas sociales; esto es algo que en Irlanda se puede aprender. Los Loyalistas (partidarios de la unión con Gran Bretaña) podrían eventualmente ser ganados por la igualdad social y la inclusión.

Esa noche asistimos a otra celebración sandinista donde miles en sus camionetas y automóviles ondeaban sus banderas, socializaban y cantaban música revolucionaria. Los adolescentes lanzaban fuegos artificiales. Asistimos a las celebraciones del 19 de julio donde miles de nicaragüenses y de todo el mundo se reunieron para escuchar el discurso de Daniel Ortega. Por restricciones del COVID, la asistencia fue limitada, pero en años anteriores hasta 500.000 personas participaban. Quedó claro que la gente apoya a su presidente con las canciones y bailes que presenciamos.

Miles de asistentes a las celebraciones del 19 de julio

Terminadas las celebraciones del 19, visitamos lugares históricos, volcanes y tuvimos importantes reuniones con ministros de gobierno. Nos actualizaron sobre la economía, la salud y los logros de la revolución. El Ministro de Hacienda explicó que el gasto social en salud, educación, infraestructura en las comunidades aumentó drásticamente desde 2007. Se han asignado más de US$8 mil millones de dólares para infraestructura. Antes se importaban cuatro millones de toneladas de arroz y ahora se cultivan seis millones en el país. El PIB de Nicaragua es ahora US$14 mil millones, frente a los US$7.4 mil millones en 2007. Esto demuestra la efectividad del crecimiento sostenible con el modelo socialista en Nicaragua.

Las mejoras en salud hicieron que la mortalidad materna pasara de 92.8 de cada 100,000 nacidos vivos a 33.7 en 2021. La esperanza de vida aumentó de 66 años a 75 años. En el período neoliberal había 35 hospitales; hoy Nicaragua cuenta con 78 hospitales públicos gratuitos y otros están en construcción. Hay movilizaciones populares como campañas de vacunación y participación en proyectos comunitarios de salud. Los médicos visitaban a los pacientes en sus casas cuando tenían COVID. La espera en la sala de emergencia  de un hospital en Nicaragua es de 15 a 30 minutos; en Irlanda podría estar esperando 14 horas o más. El tiempo de espera para cirugías en Nicaragua es de unos dos meses; aquí en Irlanda conozco gente que espera siete años para cirugías vitales.

Visité una pequeña granja en las afueras de Estelí donde el gobierno apoya a las familias para producir alimentos y otros productos. La finca que visitamos utilizaba métodos amigables con el medio ambiente y con un sistema conocido como agroecología. En Masaya visitamos una cooperativa que produce cultivos alimentarios. Hicieron una harina y salsas de partes de la planta de yuca (cassava). El 70% de la fuerza laboral está en este sector colectivo donde son dueños de la riqueza que crean. Pequeñas empresas familiares, comunitarias, por cuenta propia y cooperativas conforman este sector.

También era sorprendente la cantidad de hombres y mujeres con los que me encontré que lucharon en la revolución del 79 o en la guerra de Estados Unidos y la Contra. Yo les preguntaba por su opinión sobre la situación actual de Nicaragua; me dijeron con orgullo que desean el florecimiento de la revolución por la que lucharon. Pueden ver importantes mejoras y logros. Un excombatiente miró un pin sandinista que llevaba puesto y dijo que “eso lo defendemos con nuestra vida y estamos orgullosos de dedicarnos a la revolución”.

Narrativa mediática versus realidad

¿Vi alguna evidencia de represión en Nicaragua? ¿Escuché de actos de represión? ¿Hice preguntas sobre la represión de la que nos hablan en Estados Unidos, Canadá y Europa? A las dos primeras preguntas tendría que decir que no y la última, es que sí. Me aseguré de preguntarle a la gente sobre la realidad de lo que estaba pasando en Nicaragua.

En 2018, con el intento de golpe respaldado por Estados Unidos, la oposición organizó y pagó pandillas callejeras armándolas con pistolas y morteros caseros. Establecieron tranques violentos sobre las carreteras en muchos lugares. Durante tres meses aterrorizaron y asesinaron a la población civil. En el lugar donde me hospedaba en Estelí, dos personas fueron asesinadas por pandillas fuera del local. Escuché historias de personas amenazadas en los tranques de las carreteras. Fui testigo de casas y edificios en Masaya que fueron quemados por pandillas. Vi una placa en memoria de un policía comunitario llamado Gabriel de Jesús Vado Ruiz. Lo ataron a un camión y lo arrastraron por la ciudad antes de torturarlo nuevamente y matarlo. Su cuerpo fue quemado frente a las cámaras en los tranques.

La mayoría de las personas con las que hablé me dijeron lo que vieron en 2018. Estaban enojados, asustados, confundidos, pero sobre todo temían perder sus logros sociales a causa de una contrarrevolución. Algunos simpatizantes sandinistas participaron en manifestaciones creyendo la propaganda contra su propio gobierno. Sin embargo, cuando fueron  testigos de la violencia y la realidad de lo que estaba pasando, se dieron cuenta de que habían sido estafados. Mucha gente dejó de ir a misa porque las iglesias católicas eran bases para los golpistas. En otras palabras, los elementos conservadores de la Iglesia dieron su apoyo a las violentas pandillas derechistas.

¿Cómo respondió la policía y el ejército a la violencia? Durante tres meses el gobierno les instruyó permanecer en sus cuarteles mientras las pandillas saqueaban, asesinaban y torturaban a la gente. ¿Es esto lo que hacen los gobiernos represores? La mayor resistencia a los golpistas provino del pueblo. Excombatientes de la revolución y la guerra de la contra unieron fuerzas con estudiantes, trabajadores y ciudadanos comunes para sacar a su país del caos promovido por la derecha.

En 2021 hubo arrestos de individuos de la oposición acusados por lavado de dinero y que pedían sanciones contra su propio país. Estuvieron involucrados en el intento de golpe de Estado en 2018 y recibieron fondos de Freedom House y USAID. Mi opinión es que las leyes de sedición existen en todos los países y los violadores deben ser arrestados. Un miembro de la delegación con quien compartí la habitación preguntó a todos los que encontró en ese momento qué pensaban sobre los arrestos de aquellos que estaban conspirando contra su país. La mayoría dijo que creían era necesario evitar otro intento de golpe y detener la corrupción en que estaban involucrados.

Mis pensamientos generales

Nicaragua es una nación revolucionaria con el pueblo empoderado y donde el pueblo ve progreso. El impacto de la “Revolución Popular Sandinista” es evidente; las movilizaciones populares y el apoyo se ven por todas partes. La reducción de la pobreza, la inversión en proyectos públicos y el poder económico de la gente son las características que presencié. ¿Hay contradicciones? Sí, los nicaragüenses e incluso los sandinistas señalan las contradicciones que enfrentan y que la revolución no es perfecta. Lo mismo se observa en cualquier país revolucionario y puede presentarse en cualquier movimiento revolucionario. Nicaragua no es una utopía, las utopías no existen. Sin embargo, la experiencia de Nicaragua demuestra que una alternativa al neoliberalismo es posible, una alternativa que pone a las personas primero. Es deber de todos los nacionalistas revolucionarios, socialistas y progresistas apoyar a Nicaragua y a la revolución sandinista. Han demostrado lo que una nación con independencia puede hacer por su pueblo. Cuando estuve en el evento del 19 de julio, mis propios pensamientos personales fueron: “Entonces, así es como se ve la libertad”. Mi consejo para las personas de izquierda que están cansadas de lo que escuchan en los medios, es que vayan a Nicaragua y vean por sí mismos lo que está pasando porque lo que vi difiere mucho de lo que yo llamaría propaganda mediática. Nicaragua es parte de un bloque nacionalista, progresista, socialista y antiimperialista en América Latina que incluye países como Cuba, Bolivia, Venezuela, Honduras, México y ahora Colombia. Si apoyamos a uno, debemos respaldar a todos, es decir, debemos respaldar a Nicaragua.


Artículo original: https://afgj.org/es-LA/nicanotes-10-26-2022

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