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  • 7 agosto, 2024

Truman, el asesino atómico


Por: Stalin Vladímir Centeno

Mientras escribo estas líneas que posteriormente ustedes, seguramente leerán.

Me imagino al “Carnicero  de Hiroshima y Nagazaki” (Harry S. Truman) en esa época el inquilino de turno de la Casa Blanca.

Seguramente ahora, está friéndose a fuego lento en una Paila gigante en el infierno, acompañadose por supuesto de su gabinete sangriento político que lo asesoraba, sus macabros científicos de la muerte que inventaron las bombas atómicas y los soldados de entonces que sin remordimiento alguno, ejecutaron esos crímenes de lesa humanidad

En contra de dos poblaciones japonesas con inocentes niños y ancianos que no se imaginaban que el olor a muerte con llamas de fuego y estruendo, vendría desde las nubes.

Truman, era el segundon de Roosevelt y lo habían elegido para ese cargo porque era torpe, gris, sin carisma y pasaba desapercibido.

Truman, tuvo la posibilidad de pasar a la historia como el presidente que se alejó de los crímenes contra el mundo, cometidos por sus predecesores, y por el contrario dejarse ver como “humanista y defensor de los derechos humanos”

Pero que va, su instinto de vampiro viejo sediento de sangre, pudo más y ante dos opciones que fueron puesta sobre su mesa, decidió tomar la peor.

Y es que a Truman le dijeron que para derrotar a Japón podría elegir entre lanzar las bombas atómicas ó invandir a esa nación, pero Truman se fue por la primera.

Y así fue que comenzó todo…

El destino llamó a su puerta la tarde del 12 de abril de 1945. ¿Podría el señor vicepresidente acudir cuanto antes a la Casa Blanca? Harry Truman salió a toda prisa.

El presidente Roosevelt nunca contaba con él, tenía que pasar algo serio. Fue la primera dama quien le dio la noticia: “Harry, el presidente ha muerto”.

Truman tardó en reaccionar. “¿Hay algo que pueda hacer por vosotras?”. La señora Roosevelt, con su agudeza habitual, contestó: “¿Hay algo que nosotras podamos hacer por ti? Ahora eres tú el que está en problemas”

Eleanor Roosevelt quizá pensaba que aquel hombre no estaba a la altura de lo que se le venía encima.

Y no era la única. Dos horas más tarde, mientras un todavía desconcertado Truman juraba el cargo de presidente de Estados Unidos de América, a uno de los presentes se le oía murmurar: “Poor little fellow…”.

Así veía la mayoría a este ‘pobre hombre’, empequeñecido por la figura de el imperialista Franklin Delano Roosevelt, el gringo que había llevado el timón del país durante 12 años, que había plantado cara a la Gran Depresión, al hambre y al desempleo, a nazis y japoneses. A su lado, Truman era un gris político de provincias, sin el carisma de su predecesor, y que si fue elegido candidato demócrata a la Vicepresidencia fue precisamente por su perfil bajo.

Una virtud sí tenía: era consciente de sus limitaciones. Por eso, sus primeras palabras fueron para manifestar su intención de “mantener la política interior y exterior de la Administración Roosevelt”. También conservó a los miembros del Gabinete, competentes y con una experiencia de la que él carecía.

En 1945, Hiroshima tenía entre 300.000 y 420.000 personas, según el Departamento de Energía y el sitio web de la ciudad de Hiroshima.

Tiempo después…

Eimprovisado presidente Harry S. Truman autorizó el ataque a Hiroshima. El bombardero B-29 de EE.UU., el Enola Gay, lanzó la bomba nuclear, con nombre en código “Little Boy”, el 6 de agosto de 1945.

Al menos 70.000 personas murieron en la explosión inicial, mientras que aproximadamente 70.000 más murieron a causa de la exposición a la radiación.

“El total de muertos en cinco años puede haber alcanzado o incluso superado los 200.000, debido al cáncer y a otros efectos a largo plazo”, según la historia del Departamento de Energía sobre el Proyecto Manhattan.

EE.UU. dejó caer otra bomba sobre Nagasaki, Japón, el 9 de agosto de 1945, matando a 80.000 personas. Japón incondicionalmente acordó aceptar los términos de la rendición el 14 de agosto.

En 1958, el Ayuntamiento de Hiroshima aprobó una resolución de condena a Truman por negarse a expresar remordimiento por usar las bombas atómicas y por seguir promoviendo su uso en una situación de emergencia. La resolución dijo que los residentes de la ciudad “consideran su deber sublime ser la piedra angular de la paz mundial y ninguna nación del mundo nunca debería permitirse repetir el error de utilizar las armas nucleares”.

La resolución califica la postura del expresidente como una “deshonra grave cometida contra el pueblo de Hiroshima y sus víctimas caídas.”

Truman respondió a la resolución de Hiroshima escribiendo una carta al presidente del Consejo, diciendo que “el sentimiento de la gente de su ciudad es fácil de entender, y yo no estoy de ninguna manera ofendido por la resolución”.

Sin embargo, Truman hizo hincapié en la necesidad de la decisión haciendo referencia a cómo EE.UU. había sido “apuñalado por la espalda” en el ataque a Pearl Harbor que llevó a cabo Japón y dijo que la decisión de utilizar las dos bombas nucleares salvó la vida de 250.000 soldados aliados y 250.000 japoneses ayudando a prevenir una invasión.

 

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