Urgente: Hagamos siempre cambio de luces– Prudencia y responsabilidad en la vía pública
Por: Francisco Javier Bautista Lara
“Siempre es el momento apropiado para hacer lo que es correcto” Martin Luther King
Es práctica común en el mundo, generalizándose en Nicaragua ahora que circulamos por las mejores carreteras de Centroamérica, que los conductores que van sobre la vía hagan cambio de luces a los que viajan en dirección contraria. Este conveniente aviso significa, como todos sabemos: “cuidado, hay control de tránsito adelante, conduce con precaución”. Es un mensaje que debería llevarnos a asumir una actitud de cuidado y responsabilidad al conducir o caminar como peatón, y a los pasajeros, a observar que el chofer que los lleva haga lo correcto.
Pregunto: ¿Por qué no hacer cambio de luces siempre? No importa que haya o no un puesto de tránsito sobre la vía ¿Por qué tenemos que comportarnos bien solo cuando el control es visible, cuando existe la amenaza a la sanción o frente a la coerción inminente? Si no hay policías donde se ubican semáforos, cruzarse la luz roja es frecuente; si no hay agentes del orden en las carreteras y calles urbanas, pasar el límite permitido de velocidad o conducir tomados de licor, se han vuelto dos peligrosos factores de riesgo; obviar las señales de tránsito, en particular el ALTO y adelantar a pesar de la doble raya amarilla marcada en la vía, son malas maniobras intencionales cuando no percibimos a la autoridad policial que observa y puede sancionarnos. ¿Por qué no asumir una conducta responsable de precaución, respeto y cumplimiento de nuestras obligaciones cívicas en la vía pública que compartimos con una multitud de personas y vehículos que, al igual que nosotros, tienen derecho a circular para ir a sus destinos cotidianos de manera segura y tranquila? Por eso: ¡hagámoslo siempre!
El escritor y atleta norteamericano no vidente Jim Stovall (1958) escribe: “Integridad es hacer lo correcto, aunque nadie nos esté mirando”.
Nicaragua, con indicadores de seguridad ciudadana y violencia delictiva más favorables de Centroamérica durante la última década (menor tasa de homicidios de la región: 7), muestra un creciente riesgo por las consecuencias fatales de los accidentes de tránsito (el doble de homicidios), ubicándose en la tercera tasa de muertes por cada 100 mil habitantes, debajo de El Salvador –la más alta- (20.9) y Honduras (14.7), y encima de Guatemala (11.9), Costa Rica (7.1) y Panamá (5.9).Algunas circunstancias del complejo fenómeno fueron compartidas en comentarios recientes (ver: https://franciscobautista.com/2022/03/07/seguridad-ciudadana-y-vial-por-el-bien-comun-tendencia-en-nicaragua-menos-homicidios-y-mas-muertes-por-accidentes/).
Es en El Salvador y Nicaragua la primera causa de muerte violenta, superando la tasa de homicidio por delitos comunes, a diferencia del resto de países centro-americanos en donde la primera es la provocada por la delincuencia comunitaria, común, organizada y las pandillas. A manera de referencia comparto dos datos extra regionales: México tuvo una tasa de muertes en accidentes de tránsito de 10.5 (más de 13.5 mil víctimas) y U.S.A. alcanzó 11.6 (unas 38.6 mil víctimas), ambas por debajo de la tasa media centroamericana que fue 12.7. En general, a nivel mundial, con el aumento de la movilidad social, también se incrementa el riesgo, hay mayor congestionamiento vial, accidentes, daños materiales y humanos en la vía pública a pesar de las restricciones parciales y temporales por la pandemia en los años 2020-21 en muchas ciudades del mundo.
En Nicaragua, desafortunadamente, cada día fallece accidentado un motorista (40%). La mayoría de las víctimas son varones jóvenes menores de 35 años. Las consecuencias fatales suelen vincularse al exceso de velocidad, a conducir en estado de ebriedad y desatender señales de tránsito. Durante dos semanas del año ocurren cinco (5) veces más tragedias de este tipo que en el promedio de las otras cincuenta (50) semanas: durante la Semana Santa (marzo o abril) y en el período de Navidad y fin de año (del 24 de diciembre al 1 de enero), convirtiendo los días de descanso y festividad en dolor y duelo para muchas familias y en un drama social que afecta a la sociedad en su conjunto.
Hay un eslogan pertinente que comparto: “Simplifícate: haz lo correcto”. Un accidente con graves consecuencias por descuido o imprudencia complica nuestra existencia y la de otros. Por eso sugiero que hagamos siempre, en cualquier carretera, cuando divisemos que circula otro vehículo en sentido contrario, el cambio de luces para expresar al otro un mensaje de prudencia y responsabilidad al conducir, de respeto a la vida propia y ajena, de atender las señales de tránsito y continuar avanzando con esperanza y optimismo por el bien común que es una obligación compartida que construimos juntos y nos beneficia a todos y todas.
Salud y paz.