Detalles del momento: “Lo que haga tu derecha no lo sepa nunca tu izquierda”
Por: Moisés Absalón Pastora.
Una historia que hoy voy a compartir con ustedes, seguramente algunos ya la conocerán, igual, otros posiblemente no, me puso un detente para reflexionar sobre lo que muchos hacen cuando de venderse nobles, altruistas, caritativos y buenas gentes se trata y para sus efectos literalmente refiero al discípulo Mateo cuando en el 6, 1-6. 16-18 de la Santa Biblia narra:
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre Celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»”.
Esto tiene una gran profundidad y lo traigo a colación porque estamos para efectos prácticos viviendo la Natividad y al margen de que si ciertamente está en su verdadero tiempo conmemorativo, -hay quienes dicen que no-, la verdad es que a través de siglos y siglos como humanidad, al menos una gran porción de ella, damos por cierto que diciembre fue el mes en que el Mesías e hijo de Dios nos fue dado como el más grande regalo para la humanidad y es cuando nuestros corazones se recogen y nos cubrimos con un halo espiritual que hace fluir en nosotros nuestra mejor versión.
Me quedo aquí por el momento para literalmente compartir una reflexión que su autor llamó “El vaso de leche” y que llama a ser genuinamente piadosos, a compartir, a ser caritativos, a dar sin esperar nada a cambio, pero fundamentalmente hacerlo para los ojos de Dios que es quien gratifica y bendice tus acciones:
“Un día, un muchacho pobre que vendía mercadería de puerta en puerta, para pagar sus estudios, vio que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos y tenía hambre.
Decidió que pediría comida en la próxima casa. Sin embargo, los nervios lo traicionaron cuando una encantadora joven le abrió la puerta.
En vez de comida, le pidió un vaso de agua. Ella pensó que el joven tendría hambre y le dio un gran vaso de leche. Él bebió despacito y después le preguntó: ¿Cuánto le debo?
No me debes nada – respondió ella. Y continuó: – Mi madre nos enseñó a no aceptar pago por una caridad.
Él dijo: -Pues te agradezco de todo corazón.
Cuando Howard Kelly salió de aquella casa, no sólo se sintió más fuerte físicamente, sino que también su fe en DIOS y en los hombres fue más fuerte. Él ya estaba resignado a rendirse y dejar todo.
Años después, esa joven mujer se enfermó gravemente. Los médicos de su pueblo estaban confundidos.
Finalmente la enviaron a la ciudad más cercana, donde llamaron a un especialista para estudiar su extraña enfermedad. Llamaron al Dr. Howard Kelly. Cuando escuchó el nombre del pueblo de donde era ella, una extraña luz llenó sus ojos.
Inmediatamente, vestido con su bata de médico, fue a ver a la paciente. Reconoció inmediatamente a aquella mujer. Se determinó hacer lo mejor para salvar aquella vida. Dedicó especial atención a aquella paciente. Después de una gran lucha por la vida de la enferma, se ganó la batalla.
El Dr. Kelly pidió a la administración del hospital que le enviara la factura total de los gastos. Él la pagó, después le escribió algo y mandó que se lo entregaran a la paciente.
Ella tenía miedo de abrir aquel papel, porque sabía que tendría el resto de su vida para pagar todos los gastos.
Finalmente abrió la factura, algo le llamó la atención, decía lo siguiente: “Totalmente pagado hace muchos años con un vaso de leche.: Dr. Howard Kelly.”
Lágrimas de alegría corrieron por los ojos de la mujer y su corazón feliz oró: “Gracias DIOS porque Tu amor se manifiesta en las manos y en los corazones humanos.”
Esta es una hermosa historia de la vida real y tengan la seguridad que existen muchísimas otras que son profundamente impactantes e indiscutiblemente aleccionadoras sobre todo cuando surgen ahora que el espíritu de la navidad aflora y nos enternece y nos puja en la naturaleza de toda su simbología a compartir desde la caridad y la compasión.
Por estos días vamos a ver mucha gente “caritativa” en cualquier parte regalando juguetes a los niños, visitando hospitales y llevando medicina a los hospitales, regalando paquetes alimenticios a gentes que no tiene para comer, reconciliándose con aquel que se distanció por “x o y” razón o entre amigos y familiares pidiéndose perdón porque después de todo a lo que vamos es a vivir una noche de paz y todo eso está bien siempre y cuando lo hagamos teniendo única y exclusivamente a Dios y a la franqueza de nuestra conciencia por lo que estamos haciendo.
Lo anteriormente expuesto me lleva recordar aquello dicho por Mateo: “LO QUE HAGA TU DERECHA NO LO SEPA TU IZQUIERDA” porque la caridad pregonada no es caridad, es vanidad, es vanagloria, es hacerlo para uno mismo, es venderlo para quienes queremos que nos vean, pero no para Dios, pero no para Jesús de Nazaret que es el gran cumpleañero de la navidad que particularmente los nicaragüenses disfrutamos de una manera más que especial.
Lo que voy a decir es un guante para que aquel que le caiga lo aguante. Los de mi generación, los nacidos en los sesentas crecimos generalmente viendo a nuestros abuelos padres y tíos siendo generosos compartiendo y repartiendo y donaban comidas, ropa, medicinas y dinero en efectivo si se podía y para sus efectos iban a determinados centros caritativos a dejar lo que querían regalar y contrario a nuestros tiempos no se tomaban fotos con aquel que recibía, ni anunciaba hasta con trompetas que estaría en tal lugar obsequiando algo, simplemente entregaban y ya y creo que la mayor recompensa que esperaban era que nosotros los cipotes aprendiéramos algo de ellos para más tarde hacer lo mismo.
Cómo han cambiado las cosas hoy en nuestro tiempo hoy a través de las redes sociales muchos son caritativos pero lo son no para agradar a Dios sino para agradar a los hombres y le piden al enfermo, al hambriento, al destechado, que sonría a la foto en la que aparece recibiendo lo que le están dando y eso debe tiene que ser humillante, debe ser algo que impacta la dignidad de todo pobre que por un poco de pan para el hambre o tela para el frio tenga que ser expuesto a eso y francamente o creo que eso guste al omnipresente, al omnisciente.
La caridad amigos no se publica, la caridad se vive. Cuando cacareamos todo bocado que damos nos volvemos fariseos, vanidosos, superficiales, sepulcros blanqueados bonitos por fuera y podridos por dentro. Yo creo que hay recapacitar para que sobre todo en este tiempo que se nos viene, de profunda re flexión como es la navidad, seamos capaces de humanizarnos y separar lo que es un verdadero corazón espiritualizado a lo que es lo cosmético de la hipocresía porque cuando lo que se busca vender es una imagen de buena persona a costa del padecimiento de los demás lo que hacemos es desnaturalizar el principio del amor a los necesitados.
Si a usted le nace la caridad y quiere compartir hágalo, pero no para el ojo humano sino para el ojo de Dios que muy bien sabe distinguir entre lo falso y lo verdadero, entre lo leal y lo superficial, entre lo franco y sincero y entre el show y el espectáculo.
Saben qué admiro yo, entre muchísimas otras cosas de este gobierno, que cada una de esas grandes obras infraestructurales que vemos, cuando son terminadas con calidades extraordinarias, que no alcanzan países que tienen mejores economías que nosotros, se entregan con la dignidad que corresponde a un ser humano, pero no solo eso cuando se inauguran no está ahí Daniel Ortega, ni Rosario Murillo, para llevarse la gloria, que es de Dios, ni los aplausos de los beneficiarios, sino que delega a sus funcionarios a cargo para que sean los que corten la cinta y eso es parte de ese principio cristiano de que todo lo que haga tu derecha no lo sepa tu izquierda.
Qué distinto cuando en tiempos de la Violeta, de Arnoldo o del ingrato y tristemente célebre de Enrique Bolaños cuando colocaban un ladrillo mal puesto. Las caravanas de vehículos que conducían no solo al presidente, sus ministros y sus escoltas no solo eran de frontera a frontera sino que para cualquier bagatela se tomaban todo el día y aquello era un paseo que se decoraba con la propaganda donde los supuestos beneficiarios tenían que hablar maravillas de un ladrillo que en muchísimos casos nunca pasó de ahí mientras los mandamases y sus comitivas celebraban la inauguración fantasma de nada en las más costosas cantinas de los sectores aledaños donde se encontraban.
Aquello para muchos que lo podemos testificar porque lo vimos fue una burla dantesca para la gente ilusionada que escuchaba promesas que nunca se cumplieron y por supuesto después decían “hicimos”, pero en realidad lo que hicieron fue robar y saquear con aquellos eslogan de “La UNO si puede cambiar las cosas” de la Violeta; de “obras y no palabras” de Arnoldo y de “remanguémonos la manga” de Enrique Bolaños que nos remangó tanto que fue el clon mejorado de Adolfo Díaz en su asqueroso servilismo con el imperio y todos ellos si a los allegados de sus ministros les daban algo lo sacaban hasta en público.
Hoy vivimos un nuevo eslogan, el de ser “cristianos, socialistas y solidarios” hoy no es que se ayude al nicaragüense que lo necesita, es que se responde al derecho que tiene todo ciudadano y campesino de este país en cuanto a lo que representa su propia dignidad y francamente no se anda ofreciendo ni prometiendo sino que simplemente se hace como todo lo que estamos viendo porque hasta dónde yo recuerdo nunca escuché a Daniel Ortega en sus discursos de plaza electoral ni ofrecer ni prometer nada, lo oí hablando de quienes nos agreden y de la capacidad de resistencia de nuestro pueblo y de la unidad para enfrentar la guerra contra la pobreza, pero jamás que haría lo que ahora tenemos y que hasta hoy era solo un sueño prohibido.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA