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  • 26 julio, 2024

Fandango por las mujeres


“…el silencio de los ruidos.

Eluard

Por: Vladimir Rothschuh

El más reciente libro de la doctora Beatriz Gutiérrez Müller constituye su confirmación como intelectual, escritora y agente de cambio no sólo en México, sino que ha acicateado a Estados Unidos para que Kamala Harris, reflejada en Claudia Sheinbaum,  reclame para todas las norteamericanas el doble derecho negado como mujeres y  de color. No lo olvidemos, México tuvo antes que Barack Obama al primer presidente afrodescendiente, Vicente Guerrero, y ahora, la primera Jefa de Estado. Sin  Gutiérrez Müller la Cuarta Transformación no habría proyectado su astrolabio hacia la estrella del amanecer, porque este sexenio ha sido la coronación de las mujeres como alcaldesas, gobernadoras, diputadas, senadoras, secretarias de Estado.

Es Beatriz Gutiérrez Müller nuestra silenciosa heroína como las que lograron nuestra Independencia, como las que fomentaron en casa la Reforma y tomaron los fusiles en la Revolución Mexicana, como las que demandaron por primera vez el sufragio. Nuestra historia es de heroínas, siendo la primera, Tonantzin que aplacó pestes, hambrunas, unió a los mexicanos y fue el lábaro de nuestros movimientos sociales. Hubo conservadoras que desde París narraron las memorias de sus esposos, Gutiérrez Müller es la primera liberal intelectual en la Presidencia de la Republica, así que no es “Feminismo Silencioso” su último libro sino el enésimo y penúltimo, porque entre sus aptitudes muchísimos la señalan como correctora de estilo y de fondo de varias obras que omiten su nombre.

Busqué en la Elena Garro de Educal, el libro “Feminismo Silencioso” pero  Planeta aún no lo aterrizaba, porque además del prurito de leerlo hay que compartirlo con otras mujeres de poder en Latinoamérica; así como sucedió con “Dos Revolucionarios a la Sombra de Madero” que obsequié a la poeta Rosario Murillo para que se integrara Solón Argüello al Panteón Leonés que solamente reconoce a Rubén Darío, Salomón de la Selva y Alfonso Cortés, calcados en piedra por los basamentos de su Catedral. Siendo el más vinculado de ellos con el Ateneo Mexicano, el autor del Soldado Desconocido.

Y eso fue el revolucionario Solón Argüello, un desconocido, al lado del maderismo fundador de la primera revolución de América y a la que México por infinitas razones  dio refugio al fundador del FSLN, Carlos Fonseca Amador, a quien Guillermo Rothschuh Tablada le confió su primer empleo como Bibliotecario del Instituto Nacional Ramírez Goyena y con quien mantendría una relación de toda la vida, como la mantuvo con Tomás Borge y los hermanos Ortega. Solón como Salomón, son la expresión de Chavela Vargas “Un mexicano nace donde se le da la regalada gana”.

Sitiar en el ónix merecido  a Solón Argüello es una tarea pendiente al lado de Darío, De la Selva y Cortés, labor arqueológica conseguida por la tenacidad y acuciosidad de la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller que ya logró dar con el osario del revolucionario Catarino Erasmo Garza en el Tapón del Darién para ser repatriado a su terruño como otro gesto del presidente López Obrador hacia la historiadora e intelectual que lo acompaña.

La sentencia “Detrás de un Gran Hombre hay una gran Mujer” durante muchos siglos fue laudo de la injusticia, de la anti paridad y de la anti equidad, cruento señalarlo como el feminismo mudo de los siglos por los siglos, hasta fechas recientes en que las mujeres a nivel global retomaron su energía de Gaia con los distintos movimientos de  denuncia al machismo. Desde su posición de no primera dama de México, construyó Gutiérrez Müller  el empoderamiento de las mexicanas a través del Movimiento de Regeneración: nadie cincela su obra cantando y silbando porque no es una sesión de costura extraer a la Venus del bloque silencioso.

A no ser un Fandango por la Lectura para que felizmente los mexicanos lean más de un libro al año y que las nuevas generaciones se guíen entre las letras para restituir el tejido social dañado por las violencias neoliberales. Celebrar el silencio es un don poético de los mexicanos, nuestro feminismo en tan sólo seis años lo ha hecho a su manera irrumpiendo en doscientos años de república y trescientos de colonia con una mujer a la cabeza de la Primer Magistratura.

 

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