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  • 7 enero, 2020

Detalles del Momento: 2020 una Visión Perfecta


Por: Moisés Absalón Pastora

Cuando uno visita a un oftalmólogo o un oculista vamos con la expectativa que nos diga, después del examen, que tenemos una visión 20/20, es decir perfecta e inmaculada. A los nicaragüenses nos gusta mucho el juego numérico y tratamos de encontrar en las combinaciones simbologías, que cabalísticamente para algunos, puedan representar mensajes que generalmente nos sean presagios de buenas vibras y sin duda alguna, cuando de referir este 2020 como nuestro 20/20, estamos hablando y pensando en una Nicaragua distinta a la pesadilla del 2018 y a los esfuerzos sobre humanos del 2019 de llenarnos de paciencia y tolerancia para no entrar a la esfera contaminada de la maldad que ya sabemos de dónde viene y donde está.

El 2020 debe ser para los nicaragüenses, que realmente aman a su patria, porque que reconocer que hay quienes la maldicen, un año de retos a vencer, de propósitos a conquistar, plenamente conscientes que la escarpada será difícil pero que más amables y generosos serán los resultados.

Así las cosas, iniciamos un nuevo ciclo y nos incorporamos al mundo real dejando atrás tiempos en los que sin duda los nicaragüenses pedimos por la magia de los nuevos días para que este 2020 represente un rostro totalmente opuesto al dolor que se nos impuso.

Ahora nos encontramos en un mes en el que cada quien asumió un compromiso. Muchos empezar una dieta rigurosa, otros dejar de tomar, fumar, ser mejores estudiantes, conseguir un trabajo, ser más eficiente para cuidar el que se tiene, ahorrar para comprar la casita, ser mejores padres o mejores hijos, no ser mal hablados y así muchos deseos más de año nuevo que tienen que ver con un interés muy personal, pero profundamente noble y el más grande de ellos es sin duda el que tenemos con el país.

En lo personal me comprometí a ser un mejor ciudadano porque eso me ayudará a estar en el estado de confort de lo personal, pero también me apunté por ser un mejor cristiano, porque eso ya me identifica con el bien de todos y porque ni la ciudadanía ni la cristiandad se evaporan cuando llega febrero porque no son malos hábitos.

Los sanos propósitos deben inspirarnos porque francamente estamos urgidos de ellos, necesitamos los nicaragüenses, ahora que la fuerza laboral y pensante se incorpora al quehacer de todos los días que nos vistamos con una nicaraguanidad esencialmente ciudadana para deponer las espadas y abrazar todos, desde la más íntima actitud cristiana, el olivo de la paz, para reconciliarnos, para volvernos a ver sin odios, para que en la familia seamos capaces de volver a compartir juntos en una misma mesa.

El pasado 2019 fue un año que nos enseñó grandemente a todos. Nos permitió ser sabios, ser maduros, administrar pasiones, domar nuestros lados oscuros para no descender al estercolero donde habitan los malignos que nos desangraron en ese 2018 que tan malos recuerdos dejó, pero de cada mala acción es que uno aprende porque son tan dolorosas, te rasgan tanto, te abren tantas heridas y te causan tantos dolores que terminas concluyendo que nunca debiste haberlas generado, que no valió la pena provocarlas, porque los efectos de las cosas malas tienen una expansión explosiva tan devastadora que al bien le toma años en poder suavizarla o disiparla porque hay quienes hacen del odio una burbuja para según ellos esconderse de las miradas acusadoras que los incriminan por no apostar a lo correcto.

Pienso que los conceptos unidos de ciudadanía y cristiandad representan juntos el núcleo de la comunidad y eso debe empujarnos a todos, independientemente de la posición política de cada quien a esforzarnos para que todos aterricemos en la normalidad porque aquí existe una sola fórmula mágica para salir adelante y eso es la estabilidad integral del país.

Un paso profundamente reflexivo en esa dirección es que los ciudadanos dejemos de sembrar el odio. Este es un problema perversamente recurrente en los medios de comunicación y aunque no vengo con el espíritu de acusar a nadie no me equivoco si digo que los nicaragüenses saben quién lo hace y quien no lo hace y cuáles son los canales de televisión, periódicos, radios y plataformas digitales que se prestan a ello a sabiendas del daño que ya ocasionaron al país y que su testarudez los conduce al delito.

No quiero decir que no debamos expresar nuestra posición política, ni que sea delito tener una, pero sí, que asumamos lo que somos, gentes que estamos obligadas a ser aplacadores de tempestades y no gasolina que bañe el bracero de las hogueras que nos incendian.

Los nicaragüenses debemos imponernos andar sobre nuestros propios caminos para llegar al puerto que nos permita atracar en una salida donde lo que se trate sea el presente y futuro del país y sin más pretensiones que se respete la ley y la constitución de la república porque pasar por encima de ese gran pacto político y social será condenar al país irremisiblemente a un conflicto sin fin que después de haber sido propiciado por mezquinos intereses externos nadie querrá involucrarse en él porque entonces aquí no quedará piedra sobre piedra.

La racionalidad debe hacernos comprender que no hay nada que justifique el caos, ni que malos nicaragüenses, creyéndose el cuento de que aquí todo el mundo salió despavorido, porque viene otra vez el gringo invasor y que uy,uy,uy, nos vienen a imponer sus reglas y entronizar a nefastos personajes como Adolfo Díaz o Enrique Bolaños para colocar nuestra nacionalidad en la bandera de las barras y de las estrellas, como creen estar haciéndolo en una O.E.A que comprada por el imperio es la plataforma invasiva de sus pretensiones de dominio sobre naciones que no pensamos como ellos.

No señores si Nicaragua va a tratar sus asuntos lo hará entre connacionales, aunque el oposicionismo actúe, piense y hable en inglés y si va a un diálogo para tratar reformas de carácter electoral, de cara al 2021 lo hará, pero no en el teatro de lo absurdo ni de modelos que tengan por origen el golpismo que Estados Unidos diseñó para derrumbar la democracia pinolera que vivimos con nuestros sabores y particularidades y de esto deben estar claros profesionales de la fe que fueron las manos ejecutoras de la más grande mentira tejida contra el país, sino aquel donde las verdaderas fuerzas representativas de la nación estén en la mesa y donde nada tengan que ver esos muñecos que se mueven al son que determine el marionetero porque lo único probado aquí es que a todos aquellos, a los que se les abrió las puertas, para que escudriñaran en cada rincón que quisieron, para que se entrevistaran con quienes se les antojó, para que dijeran lo que les vino en gana y que concluyeran lo que ya sabemos que determinaron, sin que hayan investigado absolutamente nada, más que dejarse convencer por sediciosos que eran parte del mismo plan y agentes del mismo padrino que construyeron una monumental mentira para dañar lo mucho que habíamos avanzado hasta el 18 de abril de 2018 y que por supuesto persisten porque ni ellos tienen punto de retorno, porque se saben descubiertos, ni nosotros que lo padecimos tampoco, porque nos cansamos de que nos vieran tara de babosos para seguir aguantando más del lodo que nos lanzaron.

Estoy claro y convencido que, pese a todo, los nicaragüenses recobramos la estabilidad como paso determinante para establecer la paz, lo hemos hecho a pesar del fuego graneado de un enemigo externo que sigue moviendo sus fichas para derrocar al gobierno constitucionalmente electo para un periodo que concluye en el 2021. Esto ha sido únicamente posible porque es el deseo de la mayoría de un pueblo que jamás hizo de la violencia, de la destrucción y la muerte una alternativa para dirimir temas que desde la democracia específicamente política jamás existieron hasta antes del 18 de abril.

Que hay problemas que resolver y que fueron creados desde afuera y nos polarizaron extremamente; Que una gran mayoría de los nicaragüenses estamos indignados contra el imperio y sus cómplices internos; Que el gobierno debe hilar fino para lidiar con esas y otras realidades, sí, estamos claros, pero nadie se llama a engaño cómo fue que se armó la gran mentira que luego desembocó en una triste y dolorosa realidad que debemos enfrentar todos, pero con sabiduría, con prudencia, con mucha paciencia y serenidad.

2018 y 2019 deben ser círculos a cerrar y dejar ir con su odio y resentimiento con la idea fija en nuestras mentes de que nunca más vuelvan. 2018 y 2019 ya son pasado y los nicaragüenses de bien nunca encajaron en ellos y en consecuencia los desterramos al olvido de donde nunca más volverá porque hoy tenemos al 2020, al 20/20, como la nueva carátula de nuestro calendario y estamos obligados por sanidad mental y espiritual a hacer de él 365 nuevas oportunidades sobre las que ya andamos y no seguir perdiendo el tiempo que no tenemos para reconstruir al país y sanar sus heridas.

2018 y 2019 deben ser círculos a cerrar y dejar ir con su odio y resentimiento con la idea fija en nuestras mentes de que nunca más vuelvan.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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