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  • 26 octubre, 2022

Detalles del Momento: Responsabilidad electoral de periodistas y medios


Moisés Absalón Pastora.

Los procesos electorales en su esencia son concebidos en el mundo elementalmente como un derecho de los pueblos para determinar su futuro, para designar a personas, que posteriormente conformarán equipos de colaboradores, que gobiernen a la nación que los eligió y ello representa una alta responsabilidad que en algunos países es exigida porque se trata no solo de que el ciudadano tenga el derecho de votar, sino también la autoridad moral para posteriormente poder reclamar.

En un proceso electoral confluyen la voluntad política del gobierno que ejecuta la ordenanza constitucional de realizarlo, los partidos políticos que son los postulantes desde sus plataformas a gobernar, los ciudadanos que son los votantes, la estructura que dirige su desarrollo hasta proclamar a los electos y por supuesto los medios de comunicación y los periodistas que trabajan en ellos.

Nuestro proceso electoral está en marcha y nos encontramos en plena fase de campaña y somos nosotros los nicaragüenses los que vamos a dar legitimidad al mismo porque para sus efectos los partidos políticos deben preparar, cada uno de ellos por su lado, un ejército de fiscales que vigilarán, supervisarán y testificaran sobre la transparencia y bien andanza de lo que ocurra en cada CV, Centro de Votación o en cada JRV, Junta Receptora de Voto, donde todos, únicamente acompañados de nuestra conciencia vamos a determinar el futuro de Nicaragua.

Remarco en eso de que somos nosotros los nicaragüenses los que damos legitimidad al proceso electoral porque hay quienes con caras repugnantes, pegando gritos de monas mal tiradas, demandan que vengan aquí extranjeros financiados, ya sabemos por quien, a certificar si lo que los nicaragüenses decidimos es lo correcto porque para Estados Unidos, que tiene formatos electorales muy cuestionados sí aquí gana Daniel Ortega y el FSLN entonces lo hizo a través de un proceso que no es democrático porque simplemente no le cae bien.

Para Estados Unidos la democracia, los gobiernos demócratas o los demócratas mismos son aquellos que no contradicen sus descaros intervencionistas e invasivos en cada país dónde metieron y siguen metiendo sus narices para imponer peleles, vende patrias y traidores a pueblos que bajo una nueva estrategia estafan porque si no se han fijado han surgido en algunos países de Latinoamérica supuestos candidatos de izquierda que endulzaron el oído del votante prometiendo revoluciones sociales y apelando a la soberanía y a la autodeterminación y cuando les colgaron la banda presidencial lo inmediato que hicieron fue llamar a las embajadas imperiales, acreditadas en sus países para regalarse, para ofrecerse, ni siquiera venderse, a cambio de aparentar estar al frente de una nación que terminó como títere de la Casa Blanca que es de lo que realmente alimenta el poder político de Washington sobre algunos de nuestros países.

Por supuesto que todo es parte de una estrategia donde de previo a la imagen de un izquierdista light, diseñada para vender al votante una prosperidad que solo se queda en promesa, hay una parafernalia farandulera disfrazada con supuestos observadores que llegan a pasear con full gastos pagos que salen de los gobiernos que los invitan a fin de que digan que las elecciones fueron tan trasparentes que hasta la corte celestial las bendijo, pero claro siempre y cuando el candidato impuesto sea un pelele de los gringos o de los yanquis.

En Nicaragua son siempre bienvenidos aquellos que nos quieran acompañar a disfrutar de la gran fiesta cívica del 6 de noviembre, que nos representarán 153 elecciones municipales, pero eso sí, no veremos aquí a esos “observadores” que nos vengan a decir en nuestras narices lo que el imperio quiere observar desde Washington contra el proceso para deslegitimar nuestras elecciones.

Aquí los observadores seremos los mismos nicaragüenses donde los medios de comunicación tenemos un rol determinante que protagonizar y quiero ser muy claro en lo que voy a expresar desde una posición muy personal como un ciudadano más que va a decidir el 6 de noviembre el futuro de su país y como periodista, cuyo oficio ejerzo desde hace 39 años, y es que yo me divorcio de ese concepto mal hilvanado de que porque soy periodista debo creerme el cuento de que soy intocable a nombre de una libertad de expresión que manipulo, que mal entiendo y que uso para consumar con plena y total impunidad delitos que ahora sí son perseguibles porque tenemos a mano herramientas de defensa y son la demanda por injurias y calumnias que históricamente han estado como ley y la reciente contra el Ciberdelito y las noticias falsas.

Los periodistas y los medios de comunicación en los que trabajamos tenemos una inmensa responsabilidad. Profesionalmente decir la verdad, siendo lo más objetivamente posible desde una plataforma de divulgación que debe obligarse a ser celosa con el material que pone en circulación porque no hay derecho de ninguna manera a que el interés político gane al interés del país que es la paz, la estabilidad, su economía, su desarrollo y por supuesto el respeto a la voluntad popular que se vaya a expresar en las urnas este 6 de noviembre y todo eso pasa por entender y comprender, porque no es solo que estés claro de que tenemos leyes, sino de que tienes que respetarlas, porque eso es lo que hace al estado de derecho.

Pienso que si aquí se empiezan a ambientar escenarios manipulados condescendientes con las estrategias imperiales, que por lo burdas que son, es fácil descifrarlas, se debe pasar a la acusación y apertura de procesos contra quienes cometan delitos mediáticos o Ciberdelitos y para quienes pretendan ignorar convenientemente de qué se trata les diré de qué estoy hablando porque ahora el peso publicitario y propagandístico de las elecciones se concentra en las redes sociales y todo aquel que incurra en ellos llámese como se llame, sea blanco o negro, azul o rojo, amarillo o verde, deberá asumir las consecuencias de sus decisiones.

El ciberdelito es el delito informático realizado por un ciberdelincuente en el espacio digital a través de las redes informáticas y de diversos dispositivos electrónicos. Dichos actos ilegales atentan contra la integridad y confidencialidad de los datos y de los sistemas informáticos y tienen el objetivo de estafar y robar y manipular datos.

Estos ciberdelitos se realizan a través de programas maliciosos, también llamados malwares, desarrollados para dañar, deteriorar, borrar, hacer inaccesibles, suprimir o alterar datos informáticos sin la autorización del propietario y con fines monetarios y terroristas.

Los delitos informáticos son conductas criminales de cuello blanco, es decir, solo un determinado número de personas con ciertos conocimientos técnicos, puede llegar a cometerlas. Son acciones de oportunidad, ya que se aprovecha una ocasión creada o altamente intensificada en el mundo de funciones y organizaciones del sistema tecnológico y económico.

Provocan serias pérdidas económicas, debido a que casi siempre producen grandes “beneficios” a aquellos que las realizan. Ofrecen posibilidades de tiempo y espacio, ya que se producen en pocos segundos y sin necesidad de presencia física. Presentan grandes dificultades para su comprobación debido a su carácter técnico, pero de que son ubicables e identificables a eso póngale sello como decía aquel que en una ocasión dijo que su bienestar bien valía la muerte de tres millones de nicaragüenses, se acuerdan de ese loco.

Los ciberdelitos más comunes son el fraude, el cual es un acto en el que se manipulan datos y se perjudica a personas físicas y jurídicas para que estas sufran una pérdida económica o de imagen. De esta manera, el autor del ilícito consigue un beneficio monetario o político desde un acto específicamente terrorista.

El ciberdelito es una plataforma terrorista mediática que no tiene escrúpulos que utiliza medios humanos entrenados y financiados por el imperio para acentuar su espacio vital de dominio y crear, gracias a la actitud mercenaria de quienes se prestan a ello, espejos que solo reflejan las mentiras que lanzan contra países que como el nuestro no obedecemos sus caprichos y que por supuesto vivimos una realidad distante a la que ellos pintan de nosotros.

Yo no digo que los periodistas o medios enemigos del gobierno o de Daniel Ortega o del FSLN dejen de hablar pestes de la administración que encabeza el presidente sandinista y de su partido, pueden decir, como siempre lo han hecho, lo que quieran, lo que les ronque, pero eso sí con pruebas en mano porque el ciberdelito ejecutado por algunos medios se convirtió en un problema de seguridad nacional porque pasaron de lo político a lo económico que representa jugar con fuego, porque se lanzaron contra la salubridad pública manipulando todo alrededor de la pandemia y se dedicaron a promover y pedir sanciones contra el pueblo y todo para deslegitimar las pasadas y actuales elecciones que únicamente, repito, serán decididas por nosotros los nicaragüenses.

Mañana, pasado mañana, un poco más tarde o cuando tenga que pasar no se quejen, no pongan cara de babosos, no digan yo no fui o me agarraron de puro aire porque están más que sobre advertidos y si quieren decir que esto es una amenaza adelante porque en tal caso quienes así reaccionamos lo hacemos en defensa propia, en defensa de nuestras vidas, de nuestras familias, de nuestros hogares, porque todavía hay quienes creen, unas que usan faldas con problemas existencialistas y otros que creer tener pantalones con hormonas invertidas, que nos pueden, así como en el 2018, seguir asesinando y eso francamente no volverá a pasar.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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